domingo, 10 de mayo de 2020

Intrínseco - Capítulo 3: Búsqueda, Parte 2


La ciudad de la Piedra de BaoShan –



Wei WuXian estaba compitiendo en una carrera con Shaymin desde la entrada al bosque, el niño a pesar de tener piernas cortas por su estatura era verdaderamente rápido y en la mayoría de las ocasiones le ganaba, pero esta vez Wei WuXian estaba dispuesto a sabotearlo.
Al comienzo pensó en utilizar un talismán de transportación, pero la maestra le prohibía malgastar energía cuando se encontraban fuera de su protección por lo que en medio de la carrera formó un hilo con energía espiritual, lo amarró a un árbol, y luego lo dirigió a Shaymin, pero el niño ágil dio un salto. Si era difícil de alcanzar corriendo, era mucho más difícil de atrapar y amarrar.
- Sucio topo – gruñó, entonces se detuvo y cerró los ojos. Shaymin no era un niño normal, su nivel de cultivo era tan elevado que podía fácilmente esconder su presencia, su espíritu e incluso su alma para evitar ser detectado, pero a la sensibilidad de Wei WuXian no podía esconderse, su energía familiar lo hacía detectable una vez este se concentraba lo suficiente. Durante toda la larga vida de Shaymin, solo dos personas lo habían encontrado cuando él no quería ser encontrado; una fue Cangse SanRen y el otro fue su hijo, Wei WuXian.
Aún sin abrir los ojos lanzó el hilo a través de los árboles hasta alcanzar el pie de Shaymin y sostenerlo fuertemente, lo amarró al árbol más cercano y lo sobrepasó corriendo mientras reía exageradamente.
- ¡Wei Ying! – el niño no llevaba con él su espada, por lo que debió esperar a que alguien más lo alcanzara para que cortara del hilo.
- ¿Estás bien? – preguntó Jie Ming al cortar el hilo, él era quien estaba a cargo de los niños en aquellas búsqueda de provisiones. A pesar de ser mayor que ambos, su personalidad pacifica lo hacía accesible a los menores, y su intencionalidad de evitar jerarquías les había dado la confianza para que jugaran libremente en su presencia.
- ¡Qué tramposo es Wei Ying! –Shaymin se cruzó de brazos y se agachó molesto, por su parte Wei WuXian ya había alcanzado la meta que eran las naves de cultivo. Tomó una canasta y se fue a buscar sus verduras favoritas.
Cazó tres faisanes que caminaban en el bosque, capturó con sus manos 4 peces del lago y llenó doce canastas con verduras en un carro que más tarde debería pensar como subirían a la montaña entre los tres. Aún no llevaban lo suficiente para la semana.
Jie Ming se encargó de recolectar la fruta y buscar buena madera, para cuando terminó, notó que él más joven estaba sentado en una roca pelando un melón con su espada.
- Wei Ying, ¿qué te ha dicho la maestra acerca de usar la espada para las verduras? – Wei WuXian lo miró con la boca llena y fingió decir una excusa inentendible. Cuando tragó, preguntó.
- ¿Quieres? – el mayor aceptó y se sentó junto a él con una leve sonrisa exasperada.
- Eres incorregible... dime, ¿cómo han estado tus pesadillas? – preguntó de pronto en un tono preocupado tomándolo por sorpresa.
- No lo sé, ¿debería preguntarle a ellas cuando las tenga? – el mayor lo miró con mala cara. Desde que Wei WuXian había llegado siempre lo había considerado un hermano menor, uno que le divertía de sobremanera.
- Eso quiere decir que no las has tenido.
- Exacto – se llevó otro trozo de melón a la boca.
- Eso es bueno, pero si no las tienes y descansas correctamente, entonces ¿por qué sigues despertando tan tarde?
- ¡Porque no significa que no sueñe! La maestra dice que si sueñas, tu cerebro trabaja demás y debes dormir un poco más, yo solo obedezco.
- ¿Y qué sueñas? Aunque a tu edad... imagino qué. – Wei WuXian se ahogó con el melón y se echó a reír.
- Hermano Ming, ¿me estas confesando qué soñabas a mi edad? Porque al menos a mí aún no me ocurre. – se carcajeó – Sueño con personas que supongo son de mi vida pasada, igual que en mis pesadillas solo que... parecen ser recuerdos felices o solo no tan tormentosos. A veces solo son sensaciones, incluso aromas, son muy vívidos...
- Vívidos... Lo creo considerando tu imaginación, pero ¿qué tipo de sensaciones?
- El aroma a sándalo es definitivamente mi sueño favorito – dictó – Aunque hay sabores que también me hacen feliz en sueños, en especial el del loto, tanto las semillas como la sopa. – Jie Ming le sonrió, como si supiera la razón detrás de ello y ya no era necesario preguntar más, pero Wei WuXian no las sabía y por lo poco que su maestra le había dicho al respecto, tampoco quería saberlas.
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Cuando terminaron de reunir todo, Jie Ming abrió la barrera que los llevaba hasta la montaña y una vez dentro, tanto Jie Ming como Shaymin subieron sin Wei WuXian, este intentaba buscar un buen método para subir las verduras por la montaña.
- Debí traer bolsas qiankun... ¡Ey Shaymin! ¡Ayúdame!
- ¡Piérdete! – le gritó el niño mientras iba en lo alto del camino, pronto su silueta desapareció de la vista de Wei WuXian.
Subió la montaña detrás de él buscando convencer al niño, pero entonces vio al resto de los discípulos más jóvenes practicando con la espada. Miró al sol y supo que al menos les quedaba media hora para comenzar la lección, tenía tiempo para esclavizarlos aún.
- ¡Shidis! ¡Vengan aquí! – los niños de entre ocho y diez años corrieron curiosos hacía él. Acostumbrados a jugar con el mayor y conociendo sus habilidades, le tenían una amigable estima – Miren, voy a ayudarlos un poco con su entrenamiento – ellos asintieron al unísono – Vamos a atar esta carreta y la jalaran entre todos de lo alto de la montaña, así podrán tomar más fuerza en los brazos, ¡y sus estocadas con la espada serán realmente impresionantes!
- Solo quieres que subamos la verdura por ti – bufó uno.
- ¡Claro que no! Todos saben que si no tienes un mínimo de músculos no podrás empuñar lo suficientemente bien la espada. ¿Y dónde están tus músculos? – tocó los brazos del pequeño de ocho años, sintiendo apenas un par de huesudos brazos. Bufó – Por más que toco no encuentro nada. – El niño infló las mejillas y alejó su mano, entonces fue el primero en tomar la carreta. - ¡Espera, espera! Amarraré una cuerda a ella y así todos la jalaran hacía arriba, no solo serán más fuertes luego si no que aprenderán a trabajar en equipo, tomen mis lecciones con seriedad, ¿está bien?
Mientras observaba a los niños jalar con rostros enrojecidos y brazos temblorosos, los animó desde abajo pretendiendo alcanzar alguna verdura que cayera. Cuando se alejaron un poco más se rió fuerte.
- Wei Ying – su risa se congeló en cuanto escuchó aquella voz a su espalda.
- ¡Maestra! – hizo mala cara mientras pensaba ansiosamente en una excusa – Estábamos jugando... - BaoShan Sanren rara vez se dirigía a él para reprenderlo, incluso si era la primer testigo de sus travesuras, en general la gran maestra hablaba poco. Cuando se giró y lo miró se quedó callado ante su mirada siempre seria y autoritaria, no era una mujer severa pero sus ojos cristalinos tenían un potente poder sobre quien se posaran. Wei WuXian notó que llevaba guantes consigo, lo que indicaba que había estado curando a alguien. - ¿Alguien está herido? – preguntó intentando no sonar grosero. Ella negó en silencio sin acotar nada más.
- Luego de la cena, ve a la biblioteca privada.
- Sí... - no reconoció su propia voz con aquel tono dudoso. ¿La había hecho enojar?
Siempre hacía enojar a los discípulos mayores y maestros, uno tras otro se habían rendido con él. Durante sus primeros años de aprendizaje con el cultivo, la meditación, la espada y las lecciones en general, se pasaba la mayoría del día castigado, pero la maestra BaoShan nunca lo reprendió, era como si entendiera la base de su comportamiento rebelde. A veces Wei WuXian creía que simplemente le simpatizaba y por eso jamás lo reprendía, incluso solía darle la razón o sentarse a observarlo cuando este jugaba a atrapar faisanes. Creía que notaba su mirada más afectiva con él, y aunque no lo diría al resto, aquella percepción lo hacía feliz.
Cuando la miró alejarse se puso ansioso, siempre había querido acercarse más a ella pero no era un deseo diferente al que tenían los demás en la montaña, todos quienes crecieron allí respetaban y admiraban con júbilo a su maestra. Tanto a los niños como a los adultos les causaba curiosidad su persona, con rasgos jóvenes pero con una edad tan avanzada que nadie sabía realmente cuantos cientos de años tenía, su voz grave era peculiar en una mujer pero agradable de oír, su cabello largo y oscuro alcanzaba sus rodillas cuando lo llevaba suelto y superaba la altura de sus caderas si lo trenzaba. A veces usaba vestidos, otra veces ropa sencilla pero su figura siempre parecía imponente y respetable. Era tan alta como Wei WuXian, pero su espalda siempre recta la hacía lucir aún más eminente. Lo que más impresionaba a quienes la veían por primera vez eran sus ojos, el color verdoso casi cristalino era suave y penetrante, el mismo color lo compartía Shaymin y Mei Fen, los otros inmortales de la montaña. Por alguna razón que Wei WuXian no entendía del todo, él era el único discípulo que se había criado más cerca de los dos inmortales menores, siendo su maestra la única que había permanecido si bien más alejada, no ajena a él.
La montaña estaba cerrada a extraños y solo cada cinco o seis años llegaban pupilos nuevos, a veces no eran solo niños quienes eran acogidos por BaoShan SanRen, sino que mujeres sin más opciones u hombres juzgados injustamente o al borde del suicidio que lograban compadecer el corazón de alguno de los inmortales y era recibidos en aquel lugar del que no había retorno. Alrededor de cuarenta personas vivían allí, la gran casa de la secta rodeaba todo un costado de la montaña, pequeñas cabañas y grandes espacios para cultivos y campos de entrenamiento se podían observar en otras zonas, el lugar era grande y rara vez alguien llegaba a aventurarse por cada rincón para conocer hasta las cuevas entre las rocas, pero ese alguien, era Wei WuXian.
Un día a la semana tenían permitido salir de la montaña para recoger vegetales que no cultivaban dentro de sus tierras. Obsequiados por el dueño de los terrenos vecinos a cambio de medicación de la maestra, tomaban cuanto podían en un rango no lejano y aunque a veces se aventuraran más estaban a montañas de distancia del siguiente pueblo, por lo que jamás se habían encontrado a extraños por el lugar, mucho menos cultivadores errantes siempre y cuando estos no fueran invitados de la maestra, suceso que era muy poco común. Aquel día a cambio de su esfuerzo tenían libre de actividades y responsabilidades, era el día usual en que Wei WuXian se iba a nadar.
Desnudo dentro del lago se dejó flotar junto a un pez koi con matices azules y blancos, cada vez que veía aquella combinación de colores se sentía ensimismado, le ocurría algo similar cuando el aroma a sándalo llegaba hasta su nariz. No estaba seguro de si aquello hacía revolotear algún recuerdo inconsciente o simplemente eran sus favoritos por naturaleza.
A medida que había crecido recuerdos a modo de sueños se habían hecho cada vez más presentes, desde que era pequeño soñaba con asesinatos a gran escala, cadáveres feroces rodeándole, mutilando sus extremidades en un estado de semiinconsciencia, un niño babeando una flauta, la figura de una mujer querida perdiendo el brillo en sus ojos antes de caer sin vida, despedidas, gritos y mucho dolor. Había despertado a todos en la secta con sus llantos desesperados a causa de sus pesadillas. Estas no pararon a medida que crecía y en más de alguna ocasión la propia maestra BaoShan había dedicado sus noches a cuidar su sueño con medicina. Con los años aquello comenzó a molestar a sus compañeros, así que Wei WuXian mintió diciendo que había dejado de tenerlas, y comenzó a controlarse así mismo cuando despertaba. A veces tenía sueños buenos y aunque eran los menos, los recordaba con alivio y añoranza.
- Wei Ying, tienes el mal gusto de dejar tu ropa por cualquier lugar – sonrió al escuchar aquella voz, nadó hasta la orilla y se apoyó en una gran piedra.
- ¿Viniste a ver desnudos?
- Cómo si tuvieras algo que ofrecer – bufó ella, de pronto comenzó a desvestirse haciendo que el más joven riera y se volteara para darle un poco de privacidad, estaban acostumbrados a bañarse juntos, pero había escuchado a sus mayores regañarla consideradas veces por desnudarse en cualquier lugar a los ojos de niños y jóvenes, pero simplemente a ella no le importaba. No cumplía ni quería cumplir con alguno de los requisitos para ser llamada dama, todos lo sabían.
Ella nadó hasta él y cuando volteó a mirarla, ella hundió su cabeza en el agua.
- ¿¡Que te pasa!? – le gritó en cuanto salió – ¡Casi me matas! ¡Homicidio! – gritó fuerte
- ¿¡Por qué hiciste que los niños llevaran la verdura como burros de carga!? Tuviste el descaro de hacerlos llevar ese enorme carro hasta la cocina, sus brazos estaban tan cansados que ni siquiera pude darle lecciones después, mañana estarán adoloridos.
- Bah... son niños, tienen que entrenar.
- Están creciendo. – le salpicó agua. – Espera al entrenamiento luego, te espera un buen castigo.
- Solo me falta un mes para finalizar mis estudios de discípulo y no habrán más castigos, además a ti también te regañarán si te ven desnuda conmigo en el lago otra vez – ella levantó los hombros restándole importancia de manera infantil.
- Debí haber nacido hombre – se lamentó.
Mei Fen fue la segunda discípula de BaoShan SanRen y obtuvo tanto éxito en su aprendizaje que alcanzó la inmortalidad con un cuerpo de veintiséis años, era la maestra principal en todas las actividades autodidactas de cultivo, pero su personalidad extrovertida y relajada le daban la apariencia de una eterna y rebelde juventud en todo su esplendor más que la de una sabia cultivadora, era todo lo contrario a la maestra incluso físicamente: su estatura era más pequeña que BaoShan y su cabello desordenado se mantenía corto por comodidad propia, jamás se preocupaba de las apariencias. Décadas atrás fue amiga cercana de la madre de Wei WuXian, pero también lo había sido con las madres y padres de varios discípulos, por lo que él no se sentía especial por ello.
- Mei, ¿puedo preguntar algo?
- ¡Mira, una rana amarilla! – el suspiró, de pronto se sintió algo cabizbajo.
- ¿Tú haz soñado con tu vida pasada? – ella se volteó a mirarlo y le lanzó la rana, que cómodamente y acostumbrado a Wei WuXian en aquel lago, simplemente se posó sobre su cabeza.
- No, la gente normalmente no sueña con su vida pasada como tú. Alguna vez Shaymin te explicó el por qué, ¿lo recuerdas? – ella comenzó a nadar de lado rodeándole sin quedarse quieta.
- Mi alma estuvo fragmentada y él la sanó... - su tono no sonaba muy seguro por lo que Mei Fen asintió en su dirección para darle seguridad sobre lo dicho – También dijo que usualmente había que esperar para que el alma se adaptara y se sanara lentamente antes de permitirle reencarnar, pero esta vez había prisa por una razón que desconozco. – ella volvió a asentir. – Y... ¿Sabré algún día?
- Lógicamente sí.
- ¿Y falta mucho? – hizo un puchero en su dirección por lo que ella se acercó hasta él y acarició su frente de forma maternal.
- Quisiera creer que sí, pero sé que no. – aquello lo descolocó.
- ¿Por qué no quieres que falte poco? ¿Qué haré? ¿Moriré?
- Claro que no – ella volvió a lanzar agua hacia él y se rió – Dramático.
- ¿Entonces?
- No puedo decírtelo, intervendría en tu decisión – ella lo miró seria por primera vez – Solo tienes que saber que nosotros siempre hemos estado preparados para ese día.
- No pongas esa cara, me das escalofríos. – ella comenzó a reír, ambos escucharon pasos corriendo hacía ellos a la lejanía, era una joven discípula que se acercaba a ellos e ignorando completamente a ambos desnudos les gritó.
- ¡Vengan rápido! ¡Alguien ha descubierto la barra de protección de la entrada! –
Ambos salieron de agua rápidamente y se vistieron a medias, Mei Fen incluso corrió antes de terminar de cubrirse la parte superior de su cuerpo con sus ropas, invocó su espada a la lejanía y tomando a Wei WuXian con un brazo y a la joven discípula con el otro, los cargo mientras volaba en su espada y rodeaba la montaña con gran velocidad, para solo descender una vez llegaron a la casa principal. Los discípulos estaban todos reunidos en un gran círculo, aleteando nerviosos y dejando salir abucheos de angustia.
- Calma – les pidió Mei Fen en cuanto entró - ¿Quién es? – todos negaron en un desconocimiento general - ¿Cuánto lleva ahí?
- Nos dimos cuenta hace una hora – confesó uno de los discípulos que vigilaba – Al comienzo estaba sentado meditando junto a un árbol, creí que solo existía la posibilidad de que su camino se cruzara con el lugar en donde está la entrada, pero detuvo su mirada en ella y entonces... ya no hubo dudas, está esperando a que alguien salga.
- ¿Una hora? – ella se volteó a mirar a Wei WuXian - ¿Los vio entrar entonces?
- No... yo no lo vi al menos, pero no estábamos atentos... - respondió sintiéndose culpable. En cuanto llegó Shaymin acompañado por Jie Ming, el pánico en la mirada de todos los congeló y se quedaron quietos en la entrada.
- ¿Qué sucede? – Jie Ming preguntó a Mei Fen.
- Alguien debió haberlos visto entrar, puedo entender que ustedes no lo notaron si estaban distraídos pero es imposible que Shaymin no se haya dado cuenta. – el niño la miró con ojos inocentes – Vamos.
- ¿Dónde? – preguntó Shaymin en su tono quejoso infantil.
- Con la maestra.
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Biblioteca –
La biblioteca privada era el lugar en donde fácilmente podían encontrar a la maestra, este lugar se dividía en una sección de libros y otra de meditación, y solo podían ingresar allí los discípulos superiores y los invitados recurrentes.
En cuanto entraron notaron que BaoShan SanRen los estaba esperando, había dos tazas de té recién servidas.
- Maestra – ambos saludaron, pero en cuanto se sentaron Mei Fen habló precipitadamente – Tenemos un invitado no deseado en la puerta al parecer.
- ¿Quién dijo que no es deseado? – gruñó Shaymin haciendo que la mujer de cortos cabellos lo mirara con los ojos muy abiertos. La maestra BaoShan se mantuvo en silencio bebiendo de su propio té.
- ¿Él es...?
- A quien esperamos. – respondió Shaymin mientras sonreía y se removía jactándose de su obra, Mei Fen bajó la mirada deprimida.
- Pero Wei Ying no está listo... ni siquiera lo recuerda, y quizás cuanto tiempo tenga que pasar para que...-
- ¿Quién dijo que tenía que recordarlo? – Mei Fen lo miró confundida – Será mejor si no lo hace de inmediato, de todas maneras él llegó aquí buscándolo y ahora que lo encontró no se irá sin él.
- ¿Entonces lo vio? – el niño asintió - ¿Cómo fue que llegó aquí en primer lugar? ¡Shaymin! Debiste... decírmelo.
- No tenía para qué, solo te hubieras puesto a llorar. – ambos se quedaron en silencio, su maestra observó con paciencia la diferencia extrema en sus expresiones, la mujer con la mirada baja deprimida mientras que el niño sonreía abiertamente.
Dejó su taza vacía sobre la mesa y habló.
- Wei Ying es alegre por naturaleza, pero su sonrisa se ha ido apagando a medida que sus sueños le traen más recuerdos, últimamente ni siquiera juega con sus compañeros, pasa las tardes nadando solo. Les ha dicho a todos que ya no tiene pesadillas cuando estas solo han aumentado y sus recuerdos se harán presentes cada vez más. Protegimos su infancia pero ya no podemos hacer más por él. – aunque no mencionó su nombre Mei Fen se agachó cada vez más en su puesto, sabía que aquellas palabras estaban dirigidas a ella – Quince años han pasado muy rápido...
- Maestra, si Wei Ying supiera el odio que le tiene la gente allá afuera... el daño que le causaron, lo que él mismo hizo cuando estuvo fuera de sí, sufrirá... él no está preparado...
- Yo hablaré con él esta noche. – el tono contundente de su maestra no permitió que la mujer de cabello corto agregara algo más. – Desde ahora esta situación la manejaré yo, calma a los discípulos y diles que no hay nada de qué preocuparse, él es un invitado.
Mei Fen se retiró en silencio bajo la mirada de su maestra y su compañero, no dejaba de pensar en lo que hace tan solo unos minutos le había dicho a Wei WuXian. "Nosotros siempre hemos estado preparados para ese día", y concluyó que, efectivamente, todos estaban preparados para ese día... menos ella.
En cuanto se quedaron solos Shaymin rodeó la mesa y se sentó en las piernas de la maestra, cómo cada vez que buscaba un favor o el perdón posterior a una travesura.
- ¿Puedo ir a jugar con él segundo maestro Lan? – preguntó el niño de ojos claros mientras sonreía y jugaba con un mechón de la mujer que lo trataba como su propia madre, por si su tono no hubiera sido lo suficientemente tierno, agregó - ¿Por favor?