La ciudad de la Piedra de BaoShan –
Wei WuXian estaba compitiendo en
una carrera con Shaymin desde la entrada al bosque, el niño a pesar de tener
piernas cortas por su estatura era verdaderamente rápido y en la mayoría de las
ocasiones le ganaba, pero esta vez Wei WuXian estaba dispuesto a sabotearlo.
Al comienzo pensó en utilizar un
talismán de transportación, pero la maestra le prohibía malgastar energía
cuando se encontraban fuera de su protección por lo que en medio de la carrera
formó un hilo con energía espiritual, lo amarró a un árbol, y luego lo dirigió
a Shaymin, pero el niño ágil dio un salto. Si era difícil de alcanzar
corriendo, era mucho más difícil de atrapar y amarrar.
- Sucio topo – gruñó, entonces se
detuvo y cerró los ojos. Shaymin no era un niño normal, su nivel de cultivo era
tan elevado que podía fácilmente esconder su presencia, su espíritu e incluso
su alma para evitar ser detectado, pero a la sensibilidad de Wei WuXian no
podía esconderse, su energía familiar lo hacía detectable una vez este se
concentraba lo suficiente. Durante toda la larga vida de Shaymin, solo dos
personas lo habían encontrado cuando él no quería ser encontrado; una fue
Cangse SanRen y el otro fue su hijo, Wei WuXian.
Aún sin abrir los ojos lanzó el
hilo a través de los árboles hasta alcanzar el pie de Shaymin y sostenerlo
fuertemente, lo amarró al árbol más cercano y lo sobrepasó corriendo mientras
reía exageradamente.
- ¡Wei Ying! – el niño no llevaba
con él su espada, por lo que debió esperar a que alguien más lo alcanzara para
que cortara del hilo.
- ¿Estás bien? – preguntó Jie Ming
al cortar el hilo, él era quien estaba a cargo de los niños en aquellas
búsqueda de provisiones. A pesar de ser mayor que ambos, su personalidad
pacifica lo hacía accesible a los menores, y su intencionalidad de evitar
jerarquías les había dado la confianza para que jugaran libremente en su
presencia.
- ¡Qué tramposo es Wei Ying!
–Shaymin se cruzó de brazos y se agachó molesto, por su parte Wei WuXian ya
había alcanzado la meta que eran las naves de cultivo. Tomó una canasta y se
fue a buscar sus verduras favoritas.
Cazó tres faisanes que caminaban
en el bosque, capturó con sus manos 4 peces del lago y llenó doce canastas con
verduras en un carro que más tarde debería pensar como subirían a la montaña
entre los tres. Aún no llevaban lo suficiente para la semana.
Jie Ming se encargó de recolectar
la fruta y buscar buena madera, para cuando terminó, notó que él más joven
estaba sentado en una roca pelando un melón con su espada.
- Wei Ying, ¿qué te ha dicho la
maestra acerca de usar la espada para las verduras? – Wei WuXian lo miró con la
boca llena y fingió decir una excusa inentendible. Cuando tragó, preguntó.
- ¿Quieres? – el mayor aceptó y se
sentó junto a él con una leve sonrisa exasperada.
- Eres incorregible... dime, ¿cómo
han estado tus pesadillas? – preguntó de pronto en un tono preocupado tomándolo
por sorpresa.
- No lo sé, ¿debería preguntarle a
ellas cuando las tenga? – el mayor lo miró con mala cara. Desde que Wei WuXian
había llegado siempre lo había considerado un hermano menor, uno que le
divertía de sobremanera.
- Eso quiere decir que no las has
tenido.
- Exacto – se llevó otro trozo de
melón a la boca.
- Eso es bueno, pero si no las
tienes y descansas correctamente, entonces ¿por qué sigues despertando tan
tarde?
- ¡Porque no significa que no
sueñe! La maestra dice que si sueñas, tu cerebro trabaja demás y debes dormir
un poco más, yo solo obedezco.
- ¿Y qué sueñas? Aunque a tu
edad... imagino qué. – Wei WuXian se ahogó con el melón y se echó a reír.
- Hermano Ming, ¿me estas
confesando qué soñabas a mi edad? Porque al menos a mí aún no me ocurre. – se
carcajeó – Sueño con personas que supongo son de mi vida pasada, igual que en
mis pesadillas solo que... parecen ser recuerdos felices o solo no tan
tormentosos. A veces solo son sensaciones, incluso aromas, son muy vívidos...
- Vívidos... Lo creo considerando
tu imaginación, pero ¿qué tipo de sensaciones?
- El aroma a sándalo es
definitivamente mi sueño favorito – dictó – Aunque hay sabores que también me
hacen feliz en sueños, en especial el del loto, tanto las semillas como la
sopa. – Jie Ming le sonrió, como si supiera la razón detrás de ello y ya no era
necesario preguntar más, pero Wei WuXian no las sabía y por lo poco que su
maestra le había dicho al respecto, tampoco quería saberlas.
.
.
.
Cuando terminaron de reunir todo,
Jie Ming abrió la barrera que los llevaba hasta la montaña y una vez dentro,
tanto Jie Ming como Shaymin subieron sin Wei WuXian, este intentaba buscar un
buen método para subir las verduras por la montaña.
- Debí traer bolsas qiankun... ¡Ey
Shaymin! ¡Ayúdame!
- ¡Piérdete! – le gritó el niño
mientras iba en lo alto del camino, pronto su silueta desapareció de la vista
de Wei WuXian.
Subió la montaña detrás de él
buscando convencer al niño, pero entonces vio al resto de los discípulos más
jóvenes practicando con la espada. Miró al sol y supo que al menos les quedaba
media hora para comenzar la lección, tenía tiempo para esclavizarlos aún.
- ¡Shidis! ¡Vengan aquí! – los
niños de entre ocho y diez años corrieron curiosos hacía él. Acostumbrados a
jugar con el mayor y conociendo sus habilidades, le tenían una amigable estima
– Miren, voy a ayudarlos un poco con su entrenamiento – ellos asintieron al
unísono – Vamos a atar esta carreta y la jalaran entre todos de lo alto de la
montaña, así podrán tomar más fuerza en los brazos, ¡y sus estocadas con la
espada serán realmente impresionantes!
- Solo quieres que subamos la
verdura por ti – bufó uno.
- ¡Claro que no! Todos saben que
si no tienes un mínimo de músculos no podrás empuñar lo suficientemente bien la
espada. ¿Y dónde están tus músculos? – tocó los brazos del pequeño de ocho
años, sintiendo apenas un par de huesudos brazos. Bufó – Por más que toco no encuentro
nada. – El niño infló las mejillas y alejó su mano, entonces fue el primero en
tomar la carreta. - ¡Espera, espera! Amarraré una cuerda a ella y así todos la
jalaran hacía arriba, no solo serán más fuertes luego si no que aprenderán a
trabajar en equipo, tomen mis lecciones con seriedad, ¿está bien?
Mientras observaba a los niños
jalar con rostros enrojecidos y brazos temblorosos, los animó desde abajo
pretendiendo alcanzar alguna verdura que cayera. Cuando se alejaron un poco más
se rió fuerte.
- Wei Ying – su risa se congeló en
cuanto escuchó aquella voz a su espalda.
- ¡Maestra! – hizo mala cara
mientras pensaba ansiosamente en una excusa – Estábamos jugando... - BaoShan
Sanren rara vez se dirigía a él para reprenderlo, incluso si era la primer testigo
de sus travesuras, en general la gran maestra hablaba poco. Cuando se giró y lo
miró se quedó callado ante su mirada siempre seria y autoritaria, no era una
mujer severa pero sus ojos cristalinos tenían un potente poder sobre quien se
posaran. Wei WuXian notó que llevaba guantes consigo, lo que indicaba que había
estado curando a alguien. - ¿Alguien está herido? – preguntó intentando no
sonar grosero. Ella negó en silencio sin acotar nada más.
- Luego de la cena, ve a la
biblioteca privada.
- Sí... - no reconoció su propia
voz con aquel tono dudoso. ¿La había hecho enojar?
Siempre hacía enojar a los
discípulos mayores y maestros, uno tras otro se habían rendido con él. Durante
sus primeros años de aprendizaje con el cultivo, la meditación, la espada y las
lecciones en general, se pasaba la mayoría del día castigado, pero la maestra
BaoShan nunca lo reprendió, era como si entendiera la base de su comportamiento
rebelde. A veces Wei WuXian creía que simplemente le simpatizaba y por eso
jamás lo reprendía, incluso solía darle la razón o sentarse a observarlo cuando
este jugaba a atrapar faisanes. Creía que notaba su mirada más afectiva con él,
y aunque no lo diría al resto, aquella percepción lo hacía feliz.
Cuando la miró alejarse se puso
ansioso, siempre había querido acercarse más a ella pero no era un deseo
diferente al que tenían los demás en la montaña, todos quienes crecieron allí
respetaban y admiraban con júbilo a su maestra. Tanto a los niños como a los
adultos les causaba curiosidad su persona, con rasgos jóvenes pero con una edad
tan avanzada que nadie sabía realmente cuantos cientos de años tenía, su voz
grave era peculiar en una mujer pero agradable de oír, su cabello largo y
oscuro alcanzaba sus rodillas cuando lo llevaba suelto y superaba la altura de
sus caderas si lo trenzaba. A veces usaba vestidos, otra veces ropa sencilla
pero su figura siempre parecía imponente y respetable. Era tan alta como Wei
WuXian, pero su espalda siempre recta la hacía lucir aún más eminente. Lo que
más impresionaba a quienes la veían por primera vez eran sus ojos, el color
verdoso casi cristalino era suave y penetrante, el mismo color lo compartía
Shaymin y Mei Fen, los otros inmortales de la montaña. Por alguna razón que Wei
WuXian no entendía del todo, él era el único discípulo que se había criado más
cerca de los dos inmortales menores, siendo su maestra la única que había
permanecido si bien más alejada, no ajena a él.
La montaña estaba cerrada a
extraños y solo cada cinco o seis años llegaban pupilos nuevos, a veces no eran
solo niños quienes eran acogidos por BaoShan SanRen, sino que mujeres sin más
opciones u hombres juzgados injustamente o al borde del suicidio que lograban
compadecer el corazón de alguno de los inmortales y era recibidos en aquel
lugar del que no había retorno. Alrededor de cuarenta personas vivían allí, la
gran casa de la secta rodeaba todo un costado de la montaña, pequeñas cabañas y
grandes espacios para cultivos y campos de entrenamiento se podían observar en
otras zonas, el lugar era grande y rara vez alguien llegaba a aventurarse por
cada rincón para conocer hasta las cuevas entre las rocas, pero ese alguien,
era Wei WuXian.
Un día a la semana tenían
permitido salir de la montaña para recoger vegetales que no cultivaban dentro
de sus tierras. Obsequiados por el dueño de los terrenos vecinos a cambio de
medicación de la maestra, tomaban cuanto podían en un rango no lejano y aunque
a veces se aventuraran más estaban a montañas de distancia del siguiente
pueblo, por lo que jamás se habían encontrado a extraños por el lugar, mucho
menos cultivadores errantes siempre y cuando estos no fueran invitados de la
maestra, suceso que era muy poco común. Aquel día a cambio de su esfuerzo
tenían libre de actividades y responsabilidades, era el día usual en que Wei
WuXian se iba a nadar.
Desnudo dentro del lago se dejó
flotar junto a un pez koi con matices azules y blancos, cada vez que veía
aquella combinación de colores se sentía ensimismado, le ocurría algo similar
cuando el aroma a sándalo llegaba hasta su nariz. No estaba seguro de si
aquello hacía revolotear algún recuerdo inconsciente o simplemente eran sus
favoritos por naturaleza.
A medida que había crecido
recuerdos a modo de sueños se habían hecho cada vez más presentes, desde que
era pequeño soñaba con asesinatos a gran escala, cadáveres feroces rodeándole,
mutilando sus extremidades en un estado de semiinconsciencia, un niño babeando
una flauta, la figura de una mujer querida perdiendo el brillo en sus ojos
antes de caer sin vida, despedidas, gritos y mucho dolor. Había despertado a
todos en la secta con sus llantos desesperados a causa de sus pesadillas. Estas
no pararon a medida que crecía y en más de alguna ocasión la propia maestra
BaoShan había dedicado sus noches a cuidar su sueño con medicina. Con los años
aquello comenzó a molestar a sus compañeros, así que Wei WuXian mintió diciendo
que había dejado de tenerlas, y comenzó a controlarse así mismo cuando
despertaba. A veces tenía sueños buenos y aunque eran los menos, los recordaba
con alivio y añoranza.
- Wei Ying, tienes el mal gusto de
dejar tu ropa por cualquier lugar – sonrió al escuchar aquella voz, nadó hasta
la orilla y se apoyó en una gran piedra.
- ¿Viniste a ver desnudos?
- Cómo si tuvieras algo que
ofrecer – bufó ella, de pronto comenzó a desvestirse haciendo que el más joven
riera y se volteara para darle un poco de privacidad, estaban acostumbrados a
bañarse juntos, pero había escuchado a sus mayores regañarla consideradas veces
por desnudarse en cualquier lugar a los ojos de niños y jóvenes, pero
simplemente a ella no le importaba. No cumplía ni quería cumplir con alguno de
los requisitos para ser llamada dama, todos lo sabían.
Ella nadó hasta él y cuando volteó
a mirarla, ella hundió su cabeza en el agua.
- ¿¡Que te pasa!? – le gritó en
cuanto salió – ¡Casi me matas! ¡Homicidio! – gritó fuerte
- ¿¡Por qué hiciste que los niños
llevaran la verdura como burros de carga!? Tuviste el descaro de hacerlos
llevar ese enorme carro hasta la cocina, sus brazos estaban tan cansados que ni
siquiera pude darle lecciones después, mañana estarán adoloridos.
- Bah... son niños, tienen que
entrenar.
- Están creciendo. – le salpicó
agua. – Espera al entrenamiento luego, te espera un buen castigo.
- Solo me falta un mes para
finalizar mis estudios de discípulo y no habrán más castigos, además a ti
también te regañarán si te ven desnuda conmigo en el lago otra vez – ella
levantó los hombros restándole importancia de manera infantil.
- Debí haber nacido hombre – se
lamentó.
Mei Fen fue la segunda discípula
de BaoShan SanRen y obtuvo tanto éxito en su aprendizaje que alcanzó la
inmortalidad con un cuerpo de veintiséis años, era la maestra principal en
todas las actividades autodidactas de cultivo, pero su personalidad
extrovertida y relajada le daban la apariencia de una eterna y rebelde juventud
en todo su esplendor más que la de una sabia cultivadora, era todo lo contrario
a la maestra incluso físicamente: su estatura era más pequeña que BaoShan y su
cabello desordenado se mantenía corto por comodidad propia, jamás se preocupaba
de las apariencias. Décadas atrás fue amiga cercana de la madre de Wei WuXian,
pero también lo había sido con las madres y padres de varios discípulos, por lo
que él no se sentía especial por ello.
- Mei, ¿puedo preguntar algo?
- ¡Mira, una rana amarilla! – el
suspiró, de pronto se sintió algo cabizbajo.
- ¿Tú haz soñado con tu vida
pasada? – ella se volteó a mirarlo y le lanzó la rana, que cómodamente y
acostumbrado a Wei WuXian en aquel lago, simplemente se posó sobre su cabeza.
- No, la gente normalmente no
sueña con su vida pasada como tú. Alguna vez Shaymin te explicó el por qué, ¿lo
recuerdas? – ella comenzó a nadar de lado rodeándole sin quedarse quieta.
- Mi alma estuvo fragmentada y él
la sanó... - su tono no sonaba muy seguro por lo que Mei Fen asintió en su
dirección para darle seguridad sobre lo dicho – También dijo que usualmente
había que esperar para que el alma se adaptara y se sanara lentamente antes de
permitirle reencarnar, pero esta vez había prisa por una razón que desconozco.
– ella volvió a asentir. – Y... ¿Sabré algún día?
- Lógicamente sí.
- ¿Y falta mucho? – hizo un
puchero en su dirección por lo que ella se acercó hasta él y acarició su frente
de forma maternal.
- Quisiera creer que sí, pero sé
que no. – aquello lo descolocó.
- ¿Por qué no quieres que falte
poco? ¿Qué haré? ¿Moriré?
- Claro que no – ella volvió a
lanzar agua hacia él y se rió – Dramático.
- ¿Entonces?
- No puedo decírtelo, intervendría
en tu decisión – ella lo miró seria por primera vez – Solo tienes que saber que
nosotros siempre hemos estado preparados para ese día.
- No pongas esa cara, me das
escalofríos. – ella comenzó a reír, ambos escucharon pasos corriendo hacía
ellos a la lejanía, era una joven discípula que se acercaba a ellos e ignorando
completamente a ambos desnudos les gritó.
- ¡Vengan rápido! ¡Alguien ha
descubierto la barra de protección de la entrada! –
Ambos salieron de agua rápidamente
y se vistieron a medias, Mei Fen incluso corrió antes de terminar de cubrirse
la parte superior de su cuerpo con sus ropas, invocó su espada a la lejanía y
tomando a Wei WuXian con un brazo y a la joven discípula con el otro, los cargo
mientras volaba en su espada y rodeaba la montaña con gran velocidad, para solo
descender una vez llegaron a la casa principal. Los discípulos estaban todos
reunidos en un gran círculo, aleteando nerviosos y dejando salir abucheos de
angustia.
- Calma – les pidió Mei Fen en
cuanto entró - ¿Quién es? – todos negaron en un desconocimiento general -
¿Cuánto lleva ahí?
- Nos dimos cuenta hace una hora –
confesó uno de los discípulos que vigilaba – Al comienzo estaba sentado
meditando junto a un árbol, creí que solo existía la posibilidad de que su
camino se cruzara con el lugar en donde está la entrada, pero detuvo su mirada
en ella y entonces... ya no hubo dudas, está esperando a que alguien salga.
- ¿Una hora? – ella se volteó a
mirar a Wei WuXian - ¿Los vio entrar entonces?
- No... yo no lo vi al menos, pero
no estábamos atentos... - respondió sintiéndose culpable. En cuanto llegó
Shaymin acompañado por Jie Ming, el pánico en la mirada de todos los congeló y
se quedaron quietos en la entrada.
- ¿Qué sucede? – Jie Ming preguntó
a Mei Fen.
- Alguien debió haberlos visto
entrar, puedo entender que ustedes no lo notaron si estaban distraídos pero es
imposible que Shaymin no se haya dado cuenta. – el niño la miró con ojos
inocentes – Vamos.
- ¿Dónde? – preguntó Shaymin en su
tono quejoso infantil.
- Con la maestra.
.
.
.
Biblioteca –
La biblioteca privada era el lugar
en donde fácilmente podían encontrar a la maestra, este lugar se dividía en una
sección de libros y otra de meditación, y solo podían ingresar allí los
discípulos superiores y los invitados recurrentes.
En cuanto entraron notaron que
BaoShan SanRen los estaba esperando, había dos tazas de té recién servidas.
- Maestra – ambos saludaron, pero
en cuanto se sentaron Mei Fen habló precipitadamente – Tenemos un invitado no
deseado en la puerta al parecer.
- ¿Quién dijo que no es deseado? –
gruñó Shaymin haciendo que la mujer de cortos cabellos lo mirara con los ojos
muy abiertos. La maestra BaoShan se mantuvo en silencio bebiendo de su propio
té.
- ¿Él es...?
- A quien esperamos. – respondió
Shaymin mientras sonreía y se removía jactándose de su obra, Mei Fen bajó la
mirada deprimida.
- Pero Wei Ying no está listo...
ni siquiera lo recuerda, y quizás cuanto tiempo tenga que pasar para que...-
- ¿Quién dijo que tenía que
recordarlo? – Mei Fen lo miró confundida – Será mejor si no lo hace de
inmediato, de todas maneras él llegó aquí buscándolo y ahora que lo encontró no
se irá sin él.
- ¿Entonces lo vio? – el niño
asintió - ¿Cómo fue que llegó aquí en primer lugar? ¡Shaymin! Debiste...
decírmelo.
- No tenía para qué, solo te
hubieras puesto a llorar. – ambos se quedaron en silencio, su maestra observó
con paciencia la diferencia extrema en sus expresiones, la mujer con la mirada
baja deprimida mientras que el niño sonreía abiertamente.
Dejó su taza vacía sobre la mesa y
habló.
- Wei Ying es alegre por
naturaleza, pero su sonrisa se ha ido apagando a medida que sus sueños le traen
más recuerdos, últimamente ni siquiera juega con sus compañeros, pasa las
tardes nadando solo. Les ha dicho a todos que ya no tiene pesadillas cuando
estas solo han aumentado y sus recuerdos se harán presentes cada vez más.
Protegimos su infancia pero ya no podemos hacer más por él. – aunque no
mencionó su nombre Mei Fen se agachó cada vez más en su puesto, sabía que
aquellas palabras estaban dirigidas a ella – Quince años han pasado muy rápido...
- Maestra, si Wei Ying supiera el
odio que le tiene la gente allá afuera... el daño que le causaron, lo que él
mismo hizo cuando estuvo fuera de sí, sufrirá... él no está preparado...
- Yo hablaré con él esta noche. –
el tono contundente de su maestra no permitió que la mujer de cabello corto
agregara algo más. – Desde ahora esta situación la manejaré yo, calma a los
discípulos y diles que no hay nada de qué preocuparse, él es un invitado.
Mei Fen se retiró en silencio bajo
la mirada de su maestra y su compañero, no dejaba de pensar en lo que hace tan
solo unos minutos le había dicho a Wei WuXian. "Nosotros siempre hemos
estado preparados para ese día", y concluyó que, efectivamente, todos
estaban preparados para ese día... menos ella.
En cuanto se quedaron solos
Shaymin rodeó la mesa y se sentó en las piernas de la maestra, cómo cada vez
que buscaba un favor o el perdón posterior a una travesura.
- ¿Puedo ir a jugar con él segundo
maestro Lan? – preguntó el niño de ojos claros mientras sonreía y jugaba con un
mechón de la mujer que lo trataba como su propia madre, por si su tono no
hubiera sido lo suficientemente tierno, agregó - ¿Por favor?