Lan WangJi había esperado cuatro
días en el mismo lugar, no se había movido más que para estirar las piernas
adormecidas tras muchas horas en la misma posición, luego había vuelto a
meditar frente al lugar en que había visto la espalda de aquella persona
desaparecer, recordó su voz y su pecho se sintió hinchado.
Pensó en la posibilidad de que
todos esos años hubiera pasado escondido en aquella montaña, siendo parte de
una secta, rodeado de gente que lo apreciara y lejos del odio y la envidia,
aquello lo aliviaba hasta la médula.
Quería verlo, confirmar si era
feliz, mirarlo a los ojos y si era posible, quedarse haciéndole compañía, donde
fuera, las veces que le fuera posible, aunque solo pudiera verlo unos pocos
minutos, quería hacerlo. Obstinado como era permaneció allí, sin comer, sin
beber nada, lo mantenían firme las suposiciones que se atrevía a imaginar. ¿Y
si él había sido feliz todo ese tiempo?
Con solo saber que no había
desaparecido de este mundo ya se sentía agradecido.
El quinto día se durmió por
primera vez, cayó apoyado en el árbol y no despertó hasta entrada la mañana,
algo impropio de él.
Despertó a causa de un fuerte
aroma a pescado asado, y cuando abrió los ojos un niño con traje blanco y un
cabello cortado de manera recta hasta los hombros se divertía mientras soplaba
un pescado clavado en una rama y le daba una mordida sentado tan solo a dos
metros de él.
- Tú – Lan WangJi se incorporó de
pie, pero el niño lo miró desde abajo y estiró un pescado en su dirección.
- Son mis favoritos. – el niño
pestañeó inocentemente hacía él, pero incluso si no lo hubiera hecho, por respeto
Lan WangJi lo hubiera recibido. Tomó el pescado y se sentó para quedar más a su
altura.
- He estado esperando.
- Estas en la puerta incorrecta –
le dijo el niño mientras masticaba - Pero fue interesante que llegarás hasta
aquí en vez de esperar en la ciudad de piedra.
- No hables mientras comes. – el
niño lo miró confundido – Es de mala educación.
- Aaaah... - hizo caso y esperó a
tragar para hablar. – Como decía, pensé que te quedarías allá, pero fue
divertido que aparecieras aquí justo cuando la carretilla estaba tan pesada que
no podíamos llevarla por la puerta principal. – el segundo maestro Lan pensó
para sí que su personalidad tenía algunas similitudes con la de Wei WuXian, por
lo que se sintió extrañamente cómodo en su compañía desde que se había sentado
en frente suyo.
- ¿Wei Ying está contigo? – a
pesar de haberlo visto, necesitaba más respuestas.
El niño miró a ambos lados por
sobre sus hombros y negó con la cabeza, Lan WangJi lo intentó de nuevo.
- ¿Él está bien?
- Está bien – respondió finalmente
el niño, luego lo escaneó profundamente con la mirada. Si bien sus ojos
parecían aliviado al escucharlo, no había ni una sola señal más de cambio en
él– Eres muy inexpresivo, pensé que estarías feliz.
- Lo estoy. – Lan WangJi lo miró
firmemente como si con ello lo afirmara, Shaymin sintió un escalofrío por la
intensidad de sus ojos.
- Come, come... vine porque no
estabas comiendo. – cuando vio que le dio una mascada, sonrió aún más. – Bien,
ya me estaba asustando, sería muy trágico si después de todo este tiempo te
murieras de hambre en la puerta trasera de la montaña.
- ¿La entrada principal está en la
cumbre de la piedra? – preguntó luego de tragar. El niño asintió.
- ¿No me vas a preguntar nada más?
¿Cómo sé quién eres?... ¿Qué soy? O sobre él, ¿cómo llegó aquí? – él negó en
silencio antes de decir algo.
- Quiero saber sobre Wei Ying.
El niño sonrió feliz y esperó en
silencio para que el adulto en frente de él terminara de comer.
Shaymin había tenido una vida
larga, como un niño que alcanzó la inmortalidad demasiado pronto, su nivel de
sensibilidad y espiritualidad era mucho más elevado que el de los adultos y
cultivadores especializados, desarrolló un gusto para confinar y trabajar con
las almas, pudiendo sanar hasta la más fragmentada y como parte de su afán de
hacer travesuras, cada tanto cumplía el deseo de alguna con la que sintiera una
fuerte afinidad. Se consideraba así mismo como un experto en desenredar los
nudos del destino, como esta actividad le quitaba el aburrimiento la había
repetido un sinfín de veces, sin embargo era la primera vez que se encontraba
con alguien con una personalidad como la de Lan WangJi. A pesar de su fría
expresión, Shaymin podía sentir las vibraciones emocionales emanar del segundo
maestro Lan, las había sentido desde hace muchos años atrás, cuando comenzó a
seguir a Wei WuXian por mera curiosidad.
- Vamos – le dijo en cuanto
terminaron de comer.
- ¿Dónde?
- Con la maestra. – la sorpresa en
los ojos del adulto no pasó inadvertida – Solo ella puede darte respuesta,
además, si quieres verlo, necesitarás su permiso.
- Mn.
Cuando Shaymin abrió la barrera,
Lan WangJi pudo sentir el fuerte poder espiritual que tenía el niño, no dejaba
de pensar en que definitivamente no era solo un niño y por el color de sus ojos
tal vez ni siquiera era humano, pero esos pensamientos fueran lanzados lejos
cuando entraron en la montaña y su emoción casi era palpable.
Observó impresionado lo grande que
era la montaña tras el portal, sabía que para mantener escondido semejante
espacio se requería de un nivel de cultivación que no estaba registrado en los
libros. Cuando entró vio personas observándolo desde la lejanía, solo un par de
niños curiosos se acercaron lo suficiente como para permitirle ver que todos
llevaban consigo aquel uniforme blanco con matices verdosos. Su ansiedad
incrementó a medida que avanzaban, y cuando se hizo la idea de que conocería a
la gran BaoShan SanRen se sintió nervioso dentro de sí. Aquello estaba fuera de
sus expectativas, como de las de cualquier mortal.
Entraron en una gran casa, era
similar a la infraestructura de GusuLan, incluso había campanas y colgantes
aunque con otros símbolos y formas, estos parecían llevar otro material color
verde que no se atrevió a confirmar si eran esmeraldas, pero eso pensó a simple
vista considerando que el niño también llevaba una. El lugar era espacioso, el
aire zen era tan palpable que lo calmó a medida que avanzaban por un largo
pasillo, el niño comenzó a subir escaleras con Lan WangJi siguiéndole los
pasos. Finalmente llegaron a lo que parecía un despacho con un largo escritorio
en medio, libros en varios muebles, espadas colgadas en la pared y un montón de
diamantes con diferentes tipos de energía espiritual. Había un balcón y una
silueta con un largo cabello estaba de pie en él, aunque nadie lo dijo Lan
WangJi lo supo por la imponente cultivación que podía sentir en aquella
persona, aquella era BaoShan SanRen.
- Maestra, perdone la demora pero
él come muy lento... - se quejó el niño con una actitud confianzuda, la mujer
se dio vuelta y dejó atónito al segundo maestro Lan que no se esperó ni que
fuera tan joven ni que tuviera rasgos tan finos u ojos tan claros.
Luego de medio segundo reaccionó e
hizo una reverencia con profundo respeto. Ella asintió en su dirección y luego
volvió a voltearse. Lan WangJi permaneció de pie detrás de ella.
- Shaymin, arregla una habitación
para él. – se impresionó por su voz grave y femenina, no recordaba haber
escuchado voz similar en una mujer, pero consideró que era realmente imponente
en todos los sentidos, incluso su altura.
- Sí maestra. – el niño salió de
inmediato de la habitación.
- Lan WangJi – le dijo ella de
pronto – Discúlpeme si no te llamo HanGuan-Jun pero no me agradan los apodos
cuando existen los nombres de cortesía. – él asintió, por supuesto que no creía
que existiera motivo alguno por el que ella debiera llamarlo así. - ¿Por qué
está aquí?
- Por Wei Ying – respondió al
instante.
- Eso lo sé, pero ¿qué espera? –
respiró profundo, lo que esperaba no podía ser dicho por falta de cortesía.
- Me atrevo a preguntarle a la
maestra, ¿qué opciones existen? – su voz se escuchó distinta en sus propios
oídos, su habitual calma había disminuido a cero. Se sintió avergonzado al
notar un leve temblor en su voz.
- Acérquese – le pidió en un tono
divertido, Lan WangJi lo hizo a paso lento, pero una vez la miró a ella siguió
su mirada fija en un lago, allí estaba él... salpicándole agua a unos niños
pequeños, compitiendo sobre quien llegaba primero a cada roca.
Lan WangJi se quedó sin
respiración mientras lo miraba, su apariencia era sin dudar alguna la de un
chico quinceañero, él lo sabía bien porque lo conoció a esa edad en la que aún
la sonrisa estaba permanentemente en su rostro.
Eso quería decir que había
reencarnado, que no lo recordaba... no sabía cómo sentirse al respecto pero no
podía dejar de mirarlo.
- Shaymin restauró el alma de Wei
Ying y la trajo hasta aquí. – la mujer de largos cabellos y ropa blanca apoyó
los codos en la barandilla del balcón sin dejar de mirar en dirección al lago –
No podíamos dejarlo a su suerte una vez reencarnado, hasta nosotros habíamos
escuchado los rumores del terrible Patriarca Yilling, sabíamos que no viviría
demasiado si no lo protegíamos, así que lo adoptamos sabiendo que algún día
marcharía. – Lan WangJi por primera vez alejó su vista del quinceañero para
observar a BaoShan SanRen, ella también lo miró – Todos los discípulos que
puedes ver aquí no abandonarán la montaña, pero incluso si hubiera querido
inculcarle aquello a Wei Ying él no se quedaría, su naturaleza es demasiado
libre para eso... lo sé, porque es idéntico a su madre. – ella suspiró y ambos
volvieron a mirar al lago – De todas maneras será él quien tenga la última
palabra.
- Él sonríe. – los ojos de Lan
WangJi se suavizaron.
- Él sabe aparentar, no está tan
feliz como parece – dijo con un matiz de preocupación.
La mujer de cabellos largos dio
media vuelta y entró al despacho, se sentó en la mesa y comenzó a servir té, el
segundo maestro Lan la siguió no sin antes darle una última mirada a Wei WuXian
que acababa de usar las cabezas de los niños como rocas para ir saltando de una
en una hasta salir del lago y gritar: "¡lo logré!", mientras alzaba
las manos sobre su cabeza.
Se sentó en silencio y observó los
ojos de la mujer, era seria pero maternal de cierta forma.
- ¿Le ha enseñado el arte de la
espada? – preguntó.
- Le he enseñado como si fuera un
discípulo más, en el presente es el mejor de los jóvenes y al igual que su
madre no tiene que esforzarse demasiado, la cultivación le es natural.
- Igual que antes...
- Sí, consideré su vida como una
extensión de la anterior, porque es lo que es. – ella bebió el té en un gesto
delicado y elegante.
- Pero él ya no recuerda... nada
de su vida, ¿o sí? – ella bajó la taza.
- En este momento lo que recuerda
es más que un simple "nada", pero llegará un momento en que lo
recordará todo. – Lan WangJi lucía consternado – El alma de Wei Ying sufrió
dolores desgarradores antes de morir, por lo que se fragmentó.
El segundo maestro Lan se congeló.
Siempre que había buscado su más grande miedo era ese, que el alma de Wei
WuXian se hubiera fragmentado y su esencia se hubiera hecho añicos. BaoShan
prosiguió ignorando la angustia visible en la mirada de Lan WangJi.
- Shaymin la pudo curar pero para
permitirle sanar debidamente debíamos esperar una cantidad de tiempo
considerable, tal vez varios años antes de permitirle reencarnar, pero... aquel
niño es un poco caprichoso, había prometido cumplirle un deseo a Wei Ying e
impulsado por eso, lo obligó a reencarnar antes de haberse recuperado, por lo
que su memoria aún estaba intacta y a medida que fue creciendo, los recuerdos
comenzaron a hacerse cada vez más presentes por medio de sueños. Llegará un
momento en que estos romperán la barrera del subconsciente y entonces Wei Ying
lo recordará todo.
- ¿Cuándo será eso?
- Considerando otros casos de los
que he sido testigo, probablemente un año... o dos.
El silencio se apoderó del
despacho, Lan WangJi estaba pensando en alguna manera de ayudar, pero no
llegaba a nada concreto en su mente, lo único que tenía claro era que lo mejor
para él sería no recordar.
- Lan WangJi, Wei Ying tiene que
recordar. – la manera en que habló, le hizo sentir que leía sus pensamientos –
En este momento se siente confundido, hay cosas que quiere y no entiende el por
qué, hay cosas que le causan tristeza y tampoco las puede comprender, es
necesario que recuerde y necesitará a alguien a su lado para cuando eso ocurra.
Los latidos comenzaron a
escucharse en sus propios oídos.
- Sé que lo haz buscado por todos
estos años, ahora que lo encontraste, ven a visitarlo cada vez que puedas hasta
que él tome una decisión. – estaba tan impresionado por lo que acababa de oír
que ni siquiera se percató del trato informal.
En ese momento, el segundo maestro
Lan se puso de pie y dio un profundo agradecimiento con un gesto propio de él,
agachando su cabeza.
- Gracias. – su voz contenida hizo
sonreír a la gran BaoShan SanRen. – Pero... ¿Puedo preguntar...?
- Adelante.
- ¿Qué decisión? – ella se puso de
pie lo guió hasta la puerta, fuera de ella había una adolescente de pie
esperando por Lan WangJi.
- Simplemente... él no sabe lo que
quiere, solo sabe lo que no quiere. El conocerte puede aclararle un poco
aquello.
Si bien el segundo maestro Lan no
comprendió del todo, entendió que su presencia en aquel lugar sería una ayuda
para él. Nuevamente dio las gracias y salió de la habitación dejándose guiar
por la adolescente.
Lo llevó hasta una habitación
sencilla pero espaciosa, sobre la cama había una túnica limpia interior y otros
materiales de aseo personal. Junto a una ventana había un escritorio con varios
libros apilados y una mesa para guqín, se volvió para agradecer a la
adolescente y esta se retiró con un fuerte sonrojo en las mejillas.
Cuando se acercó al escritorio
notó que algunos libros tenían notas para el guqín, eran melodías curativas.
Otro par de libros eran sobre restauración de almas y él último que observó era
sobre nada más y nada menos que la energía resentida y sus diferentes usos. Lan
WangJi quería sentarse a leer de inmediato, pero podría hacerlo más tarde, la
urgencia ahora era una sola; ver a Wei Ying.