Presente. En la Profundidad de las
Nubes –
Se observó las manos cubiertas con
sangre. Lan WangJi sabía que no debía obligarse a continuar, a veces los
discípulos notaban sus constantes heridas en los dedos y en especial su hermano
miraba con preocupación las vendas, pero simplemente no podía dejar de tocar el
guqín.
Todas las noches se sentaba por
horas frente al lago y tocaba aquel instrumento esforzándose por comunicarse
con cada alma que estuviera cerca, de paso o con rumbo a otro lugar.
Todas las noches hasta que sus
manos sangraban.
Todas las noches buscaba a Wei
Ying entre los muertos.
¿Y en el día? No era diferente,
seguía cada pista de energía resentida, cada lugar con sospechas, con
problemas, donde pudiera estar Wei Ying, Lan WangJi aparecía.
Sin embargo nadie sabía nada de
él, no había pistas, no había nada, por lo que siempre volvía a su habitación
en medio de una gran frustración y tristeza. Aquella noche fue excepcionalmente
difícil. Se cumplían quince años desde la muerte del legendario Patriarca
Yiling.
En la ciudad de Gusu, Yunmeng y
Lanling se celebraba carnavales en nombre de la justicia y la rectitud, aún en
la profundidad de las nubes, la música de festejo llegaba a los sensibles oídos
de Lan WangJi. Intentó dormir, pero en cuanto cerraba los ojos los recuerdos lo
atacaban.
Sus ojos, la seguridad en su
silueta al estar de pie, la voz con la que pronunciaba su nombre, la manera en
que se acercaba sin considerar una distancia pertinente o respetuosa, su risa
relajada, sus carcajadas exageradas, sus cejas seductoras, la manera en que
inflaba las mejillas cuando se entristecía. Lo extrañaba, lo extrañaba a un
extremo enfermizo y considerando los años que habían transcurrido temía que
nunca lo volviera a tener cerca, la idea le provocaba tal desesperación que sus
manos temblaban. En la oscuridad de su habitación se podía permitir sentirse
vulnerable por momentos, se acurrucó y cerró los ojos con fuerza.
- Wei Ying...
Siempre había estado solo, toda su
vida, desde la infancia. Solo hubieron unos pocos años en su vida en que la
compañía, el interés y el corazón de aquella persona lo habían cautivado, había
añorado dejar la protección de su soledad para estar con él, pero otra vez
volvía a caer en lo mismo, la diferencia era que ahora estar solo le resultaba
extremadamente doloroso y llevaba cargando consigo aquella pesadez por quince años.
.
.
.
A causa del festejo las clases
estaban suspendidas por tres días, y el rostro de Lan XiChen siempre parecía
llevar una disculpa en aquellas fechas. No había podido declinar el festejo
cuando fue propuesto por los líderes de secta, si no se sumaban, era diplomáticamente
incorrecto y su tío le había alentado en formar parte a modo de recordatorio
para los menores sobre lo que había ocurrido con el temido hombre que utilizó
las artes oscuras de manera tan banal. Sin embargo a los discípulos les habían
enseñado a evitar celebrar las muertes ajenas y que tomaran aquellos días de
descanso para avanzar en sus motivaciones personales dejando un poco de lado
las obligaciones, evitando realmente lo que era un festejo en otros lugares.
- Aah... - suspiró JingYi mientras
se recostaba en el pasto seco y observaba a Lan SiZhui alimentar los conejos –
Nos enseñan a no agradecer la muerte de nadie, pero tener días de descanso es
tan agradable... De todas maneras no me siento culpable, el patriarca Yiling
era una persona terrible- Lan SiZhui se incomodó por su comentario.
- JingYi... no digas esas cosas,
alguien más te puede escuchar...
- No es como si alguien pudiera
refutar al respecto. – estiró la mano y tomó una hoja de lechuga de la canasta
para dársela a un conejito negro que se acercó a él, sin embargo este no
pareció querer recibir algo de su parte luego de escucharlo - ¡Oye! Bueno,
estás gordo, mejor si no comes.
- ¿Alguna vez... te has preguntado
por qué él mismo patriarca Yiling rompió el sello de tigre antes de morir? – la
voz de Lan SiZhui era casi un murmullo - Era su arma más peligrosa, se tomó la
molestia de destruirla antes de morir... ¿Por qué? – JingYi vio a su amigo
tomar una zanahoria de la canasta y darle una mordida, se rió por la fuerte
adicción de su amigo a las zanahorias.
- ¿Habrá sido una especie de
enmienda? O tal vez solo no quería que nadie más estuviera a su altura en el
futuro. – su amigo pareció infeliz con su respuesta – Eh, SiZhui no me digas
que piensas que era una buena persona, porque esos tres mil muertos asesinados
por él en una sola noche se turnarán para jalar tus pies de la cama. – estaba
esperando una aclaración o una negativa a sus palabras, sin embargo su amigo lo
sorprendió con su respuesta.
- No lo sé.
- ¿Eh?
- Que no lo sé, no quiero
juzgarlo, no estuve allí.
- SiZhui, que nadie te escuche
opinar eso, te faltará espalda para recibir azotes de castigo. – susurró algo
molesto, pero al notar que no se disculpaba su curiosidad despertó - ¿Por qué
dices algo así? ¿De dónde nació la idea de que tal vez, solo... tal vez – se
corrigió mirando a los costados por si alguien los escuchaba – él no era tan
malo?
Su amigo tragó saliva pero no
respondió.
- Oh, ¿sí hay una razón? –
asintió.
- Una vez... - bajo la mirada
inseguro – JingYi no debemos hablar de otros a sus...
- Vamos SiZhui dímelo. – este sonó
impaciente, se arrodillo más cerca de su compañero y ambos verificaron
nuevamente si estaban solos, aunque lo estaban, de todas maneras hablaron en
susurros.
- Una vez estábamos hablando del
Patriarca Yiling y HanGuanJun nos escuchó – de inmediato JingYi puso mala cara.
- ¿Los castigó?
- Sí, fue en una temporada en que
estabas enfermo y no fuiste a clases, pero ese no es el punto... - su amigo
esperó a que continuara – Su reacción fue... él parecía herido, sus ojos cuando
me miraron... parecía decepcionado.
- ¿De ti? – SiZhui asintió - ¿Pero
qué fue lo que dijiste?
- ¡Nada! Solo estaba allí
escuchando a los demás, pero la mirada de HanGuanJun fue... cómo si fuera un
tremendo error de mi parte haber permanecido ahí escuchando.
- ¿Te disculpaste?
- Lo hice... entonces él dijo... -
tragó saliva para esconder un poco su culpabilidad – dijo "Wei Ying no era
así"
- ... ¿HanGuanJun dijo eso?
Pero... ¿No era así? ¿Así cómo? ¿Cruel? ¡Espera! – YingYi elevó la voz y de
inmediato SiZhui le dio un golpe suave en la pierna - ¿Él dijo "Wei
Ying"? - susurró con confusión. Ambos sabían que el respetuoso Lan WangJi
no se referiría a nadie por su nombre de nacimiento si esta persona no fuera
excepcionalmente cercana a él.
- Sí, creo que HanGuanJun y él
Patriarca Yiling tuvieron algún tipo de relación. – ambos parecían perturbados.
- Pero HanGuanJun es tan correcto,
¿cómo podría involucrarse con un tipo tan vil?
- A veces yo creo... que porque no
lo era. – YingYi arrugó el ceño y lo miró como si quisiera darle un sermón –
Solo piénsalo, no conocemos al patriarca Yiling pero sí conocemos a HanGuanJun,
él nunca diría ni una sola palabra para defender a otra persona si no estuviera
completamente seguro sobre ella...
Ambos se miraron pensativos y
luego suspiraron, sabían que no tendrían la oportunidad de saber más al
respecto, nadie podría atreverse a hacerle una pregunta personal al respetado
HanGuanJun.
.
.
.
Durante la mañana una carta
informativa llegó hasta la secta Lan: cinco personas habían desaparecido en un
pequeño pueblo entre las montañas rocosas de la región de Yunnan, el lugar
exacto de la desaparición siempre era el mismo. Lan WangJi acostumbraba hacerse
cargo de las investigaciones y cacerías con un grupo de discípulos, sin embargo
esta vez optó por dejarlos descansar e ir solo al lugar, no admitió protestas a
pesar de que las hubo.
Mientras iba de camino al bajar la
montaña de Gusu, se encontró con su hermano.
- WangJi, ¿dónde vas? – tenía
aquella disculpa dibujada en sus cejas.
- Cacería - respondió sin
intención de detalles.
- ¿No llevas tus discípulos? –
negó con tranquilidad, Lan XiChen suspiró – Supongo te molestaría tener que
escucharlos hablar sobre los festejos de estas fechas – su hermano no respondió.
- ¿Cuándo volverás?
- Probablemente dentro de unos
días.
- Ten cuidado. – no fue necesario
decir nada más para que Lan WangJi se despidiera con respeto antes de continuar
su camino, su hermano suspiró mientras observaba su espalda alejarse. Si antes
lo consideraba retraído, ya no tenía una palabra para definirlo.
Lan WangJi sentía algo crujir
dentro de su cuerpo cada vez que alguien lo nombraba o insinuaba algo sobre
aquella persona, traerle el recuerdo de su perdida le enfriaba el pecho, lo
volvía más distante con los demás, aún más de lo que siempre fue. Incluso con
su hermano, su tío y sus discípulos.
Viajó alrededor de cuatro horas
sin detenerse a descansar hasta que llegó a la región Yunnan. Intentó hacer
oídos sordos a las festividades a su alrededor y para evitar los molestos
gritos de los vendedores que decían ofertar mercancía anti maldiciones del
Patriarca Yiling, optó por tomar un camino dentro del bosque alejándose de la
zona poblada y buscando la dirección.
La región de Yunnan tenía altas
montañas y anchos lagos, su zona sudeste era conocida por su gran número de
creyentes religiosos, toparse con templos y festividades tibetanas o taoístas
era normal. La suave brisa tenía consigo una armonía zen que relajó
considerablemente la mente de Lan WangJi, se detuvo a cerrar los ojos unos
instantes antes de continuar.
Entre las montañas buscó con un
poco de dificultad el lugar indicado, la gente de los al rededores desconocía
el pueblo que le fue informado, por lo que debió caminar bastante buscando
aldeanos a quienes preguntar, pero mientras más adentraba entre las montañas
menos gente había, y tampoco habían noticias de los desaparecidos.
Luego de haber gastado demasiado
tiempo finalmente tuvo que subir a su espada para darse una mejor visión del
lugar, voló por sobre las montañas rocosas y solo desde allí pudo ver una zona
con cultivos en la parte baja de una montaña, descendió y volvió a preguntar al
único hombre del lugar, esta vez sí tuvo noticias.
- El pueblo que está buscando es
muy pequeño y está escondido entre las montañas grandes de la zona, es muy
difícil llegar hasta allí. – el agricultor llevaba ropas ligeras y un sombrero,
sonreía con arrugas marcadas en su piel morena y dañada por el sol, parecía
tener bastante edad, sin embargo su agilidad corporal lo hacía lucir mucho más
joven.
- ¿Está poblado?
- Solo por una docena de personas.
– "extraño", pensó.
- ¿Puede indicarme cómo llegar? –
el hombre lo miró sonriente, Lan WangJi sintió que le daba su aprobación por
alguna razón.
- Detrás de la gran montaña que
está a mi espalda, está el río Jinsha que bordea con grandes rocas, en el cañón
del río encontrará una con forma de hongo que conecta con el bosque, esa es la
llamada "Ciudad de Piedra de BaoShan", al menos son tres horas desde
aquí. – Lan WangJi ensanchó las pupilas, en su carta decía "ciudad de
piedra" enfatizando que era solo un pueblo en sudeste de Yunnan, pero que
llevara consigo el nombre de BaoShan lo tomó por sorpresa.
- ¿Sabe algo acerca de la
desaparición de cinco personas en el lugar? – el hombre pareció pensar qué
responder.
- Hay una historia sobre el lago
que rodea la ciudad de piedra... es solo un rumor, pero dicen que es un lugar
donde se suicidan niños huérfanos y sus cuerpos son llevados por la corriente,
pero jamás los encuentran por lo que los dan por desaparecidos. De todos modos
estas montañas son muy grandes y fácilmente puede perderse docenas de niños sin
ser encontrados.
- Gracias – el segundo maestro Lan
se despidió con respeto y verdadera gratitud, cuando subió a su espada para
buscar el lugar notó que el hombre sonreía de detrás de él, no quiso darle
demasiada atención, pero algo en su sonrisa le era familiar.
Mientras sobrevolaba el lugar
manteniendo el equilibrio su mente comenzó a divagar en teorías que sabía debía
desechar, todas ellas le esperanzaban de alguna manera, se preguntó si
realmente podría tener un poco más de información de la historia familiar de
aquella persona, pero se sintió codicioso luego de pensarlo un momento.
Solo después de dos horas encontró
el lugar, bajó sintiendo ansiedad, y para su sorpresa realmente había una
docena exacta de casas construidas a modo de escaleras sobre una gran roca, era
una vista curiosa. Al final de los doce escalones que marcaban la gran piedra
había una puerta hueca que parecía no llevar a nada, Lan WangJi se acercó
pensando en que abría una escalera marcando un camino en bajada, pero realmente
no había nada. La famosa ciudad, pueblo de piedra, solo era una gran piedra con
doce casas.
Su presencia en el lugar llevó a
una mujer a salir de su hogar y mirarlo con sospecha, pero pareció calmarse
cuando vio su vestimenta.
- Señora... - pensó en preguntarle
por las desapariciones pero la mujer de inmediato lo interrumpió.
- Han salido. – Lan WangJi la miró
sin comprender – Ve al bosque si quieres encontrarlos, si los esperas se te irá
la vida. – en cuanto iba a protestar, la señora volvió a entrar en su casa y
cerró con fuerza la puerta. Miró dudoso y pensó en preguntarle a alguien más
pero aunque golpeó otras puertas nadie más abrió. Había un silencio absoluto
pero tranquilizador.
Suspiró, había viajado todo el día
para no recibir respuestas o alguna pista que pudieran aclararle la
investigación. Se negaba a creer con facilidad que no era real y habían pagado
un mensajero hasta GusuLan sin una verdadera razón.
Sin saber exactamente que más
hacer decidió ir al bosque, tal vez encontraría lo que indicó la mujer o tal
vez no, de todas maneras se sentaría a descansar unos momentos.
El lugar era solitario, pero el
constante graznido de los patos en el río era una buena compañía, se acomodó
frente al lago en posición de loto y comenzó a meditar.
El aire fluía tranquilo, tal vez
demasiado, lo que le dio la comodidad para concentrarse profundamente, aunque
notó un leve movimiento en el aire que rozaba su rostro se negó a abrir los
ojos, sus oídos no habían captado ningún sonido y su guardia se mantenía en
alto, pero entonces algo movió sus ropas y abrió los ojos al mismo segundo en
que llevaba su mano a desenfundar Bichen.
Fue un movimiento veloz que asustó
al niño que en silencio se había acercado a él.
Lan WangJi lo miró sorprendido.
¿Cómo se había acercado tanto? Él no lo había notado, incluso podía asegurar
que el niño había jalado del jade que colgaba de su cinturón. Confundido lo examinó
con la mirada, lo que le llamó profundamente la atención al segundo maestro Lan
no fueron las ropas blancas con tonos verdes, ni tampoco la esmeralda que
colgaba de su cinturón, si no que la mirada cristalina de un claro y al mismo
tiempo brilloso tono verde, supo de inmediato que no era humano y al mismo
tiempo sabía que no era un espíritu, pero no había una sola pizca de energía
resentida en él, por lo que no tenía idea que era lo que estaba en frente solo
que definitivamente no era dañino.
- ¿Quién eres? – le preguntó, él
niño se puso de pie rápidamente y comenzó a correr, esta vez Lan WangJi estuvo
seguro de haber encontrado una pista por lo que lo siguió rápidamente, para su
sorpresa realmente le tomó un gran esfuerzo hacerlo, el niño era silencioso, no
podía oír pisadas ni tampoco respiraciones, solo se guío por el roce del
viento. Por suerte encontró al niño caminando unos cuantos metros delante de
él, pero esta vez fue Lan WangJi quien se escondió para observarlo.
- ¿Shaymin, dónde están las verduras
que fuiste a buscar? – la voz apacible de un hombre llegó a los oídos del
segundo maestro Lan. El niño no respondió, solo levantó los hombros. Otra
figura más juvenil se acercó a ellos, solo podía ver su espalda pero aún así
podía definir que debía tener alrededor de quince años, éste se movía con
dificultad llevando una gran canasta con verduras hasta una carretilla.
- ¡Shaymin, sé buen esclavo y ve
por las verduras! – la voz que llegó a sus oídos esta vez golpeó con fuerza su
corazón mientras aquel quinceañero dejaba mostrar su perfil en su dirección.
Aquel rostro, aquella voz, sus
ojos... era él.
Estaba conmocionado mientras lo
veía a cierta distancia, quiso moverse pero su mente estaba aturdida, no dejaba
de preguntarse si realmente era él, si es que acaso no estaba soñando. ¿Cómo
había estado? ¿Cómo volvió? ¿Lo recordará? Algo en él quiso que no, que no
recordara nada pero otra parte de él se sentiría muy herida si realmente no lo
hiciera.
Mientras lo miraba sin ser capaz
de acercarse o decir algo, el único adulto entre ellos dibujó un símbolo con
sus manos, era un sello desconocido para él pero que notoriamente invocaba una
gran cantidad de cultivo.
Una barrera imperceptible al ojo
humano se aclaró hasta convertirse en una puerta borrosa.
- No sé cómo subirás las verduras
a la montaña – le dijo al joven de quince años.
- No esperes que te ayudemos. –
agregó el niño. El otro bufó y se arremangó las mangas antes de tomar la
carreta con esfuerzo y llevarla hasta la barrera que comenzó a traspasar.
- Ya verán como lo haré. – cada
vez que hablaba, le confirmaba a Lan WangJi que era él. Éste sin poder
reaccionar solo dio un paso adelante mirando la espalda del quinceañero
desaparecer detrás de la barrera, él niño fue el último en entrar, lo miró de
reojo y Lan WangJi fue consciente de eso, el niño sabía que estaba allí. Luego
entró y el segundo maestro Lan volvió a quedar solo, de pie allí, confundido,
impactado y con un corazón que volvía a palpitar por primera vez en quince
años.