sábado, 9 de mayo de 2020

Intrínseco - Capítulo 2: Búsqueda, Parte 1


Presente. En la Profundidad de las Nubes –


Se observó las manos cubiertas con sangre. Lan WangJi sabía que no debía obligarse a continuar, a veces los discípulos notaban sus constantes heridas en los dedos y en especial su hermano miraba con preocupación las vendas, pero simplemente no podía dejar de tocar el guqín.
Todas las noches se sentaba por horas frente al lago y tocaba aquel instrumento esforzándose por comunicarse con cada alma que estuviera cerca, de paso o con rumbo a otro lugar.
Todas las noches hasta que sus manos sangraban.
Todas las noches buscaba a Wei Ying entre los muertos.
¿Y en el día? No era diferente, seguía cada pista de energía resentida, cada lugar con sospechas, con problemas, donde pudiera estar Wei Ying, Lan WangJi aparecía.
Sin embargo nadie sabía nada de él, no había pistas, no había nada, por lo que siempre volvía a su habitación en medio de una gran frustración y tristeza. Aquella noche fue excepcionalmente difícil. Se cumplían quince años desde la muerte del legendario Patriarca Yiling.
En la ciudad de Gusu, Yunmeng y Lanling se celebraba carnavales en nombre de la justicia y la rectitud, aún en la profundidad de las nubes, la música de festejo llegaba a los sensibles oídos de Lan WangJi. Intentó dormir, pero en cuanto cerraba los ojos los recuerdos lo atacaban.
Sus ojos, la seguridad en su silueta al estar de pie, la voz con la que pronunciaba su nombre, la manera en que se acercaba sin considerar una distancia pertinente o respetuosa, su risa relajada, sus carcajadas exageradas, sus cejas seductoras, la manera en que inflaba las mejillas cuando se entristecía. Lo extrañaba, lo extrañaba a un extremo enfermizo y considerando los años que habían transcurrido temía que nunca lo volviera a tener cerca, la idea le provocaba tal desesperación que sus manos temblaban. En la oscuridad de su habitación se podía permitir sentirse vulnerable por momentos, se acurrucó y cerró los ojos con fuerza.
- Wei Ying...
Siempre había estado solo, toda su vida, desde la infancia. Solo hubieron unos pocos años en su vida en que la compañía, el interés y el corazón de aquella persona lo habían cautivado, había añorado dejar la protección de su soledad para estar con él, pero otra vez volvía a caer en lo mismo, la diferencia era que ahora estar solo le resultaba extremadamente doloroso y llevaba cargando consigo aquella pesadez por quince años.

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A causa del festejo las clases estaban suspendidas por tres días, y el rostro de Lan XiChen siempre parecía llevar una disculpa en aquellas fechas. No había podido declinar el festejo cuando fue propuesto por los líderes de secta, si no se sumaban, era diplomáticamente incorrecto y su tío le había alentado en formar parte a modo de recordatorio para los menores sobre lo que había ocurrido con el temido hombre que utilizó las artes oscuras de manera tan banal. Sin embargo a los discípulos les habían enseñado a evitar celebrar las muertes ajenas y que tomaran aquellos días de descanso para avanzar en sus motivaciones personales dejando un poco de lado las obligaciones, evitando realmente lo que era un festejo en otros lugares.
- Aah... - suspiró JingYi mientras se recostaba en el pasto seco y observaba a Lan SiZhui alimentar los conejos – Nos enseñan a no agradecer la muerte de nadie, pero tener días de descanso es tan agradable... De todas maneras no me siento culpable, el patriarca Yiling era una persona terrible- Lan SiZhui se incomodó por su comentario.
- JingYi... no digas esas cosas, alguien más te puede escuchar...
- No es como si alguien pudiera refutar al respecto. – estiró la mano y tomó una hoja de lechuga de la canasta para dársela a un conejito negro que se acercó a él, sin embargo este no pareció querer recibir algo de su parte luego de escucharlo - ¡Oye! Bueno, estás gordo, mejor si no comes.
- ¿Alguna vez... te has preguntado por qué él mismo patriarca Yiling rompió el sello de tigre antes de morir? – la voz de Lan SiZhui era casi un murmullo - Era su arma más peligrosa, se tomó la molestia de destruirla antes de morir... ¿Por qué? – JingYi vio a su amigo tomar una zanahoria de la canasta y darle una mordida, se rió por la fuerte adicción de su amigo a las zanahorias.
- ¿Habrá sido una especie de enmienda? O tal vez solo no quería que nadie más estuviera a su altura en el futuro. – su amigo pareció infeliz con su respuesta – Eh, SiZhui no me digas que piensas que era una buena persona, porque esos tres mil muertos asesinados por él en una sola noche se turnarán para jalar tus pies de la cama. – estaba esperando una aclaración o una negativa a sus palabras, sin embargo su amigo lo sorprendió con su respuesta.
- No lo sé.
- ¿Eh?
- Que no lo sé, no quiero juzgarlo, no estuve allí.
- SiZhui, que nadie te escuche opinar eso, te faltará espalda para recibir azotes de castigo. – susurró algo molesto, pero al notar que no se disculpaba su curiosidad despertó - ¿Por qué dices algo así? ¿De dónde nació la idea de que tal vez, solo... tal vez – se corrigió mirando a los costados por si alguien los escuchaba – él no era tan malo?
Su amigo tragó saliva pero no respondió.
- Oh, ¿sí hay una razón? – asintió.
- Una vez... - bajo la mirada inseguro – JingYi no debemos hablar de otros a sus...
- Vamos SiZhui dímelo. – este sonó impaciente, se arrodillo más cerca de su compañero y ambos verificaron nuevamente si estaban solos, aunque lo estaban, de todas maneras hablaron en susurros.
- Una vez estábamos hablando del Patriarca Yiling y HanGuanJun nos escuchó – de inmediato JingYi puso mala cara.
- ¿Los castigó?
- Sí, fue en una temporada en que estabas enfermo y no fuiste a clases, pero ese no es el punto... - su amigo esperó a que continuara – Su reacción fue... él parecía herido, sus ojos cuando me miraron... parecía decepcionado.
- ¿De ti? – SiZhui asintió - ¿Pero qué fue lo que dijiste?
- ¡Nada! Solo estaba allí escuchando a los demás, pero la mirada de HanGuanJun fue... cómo si fuera un tremendo error de mi parte haber permanecido ahí escuchando.
- ¿Te disculpaste?
- Lo hice... entonces él dijo... - tragó saliva para esconder un poco su culpabilidad – dijo "Wei Ying no era así"
- ... ¿HanGuanJun dijo eso? Pero... ¿No era así? ¿Así cómo? ¿Cruel? ¡Espera! – YingYi elevó la voz y de inmediato SiZhui le dio un golpe suave en la pierna - ¿Él dijo "Wei Ying"? - susurró con confusión. Ambos sabían que el respetuoso Lan WangJi no se referiría a nadie por su nombre de nacimiento si esta persona no fuera excepcionalmente cercana a él.
- Sí, creo que HanGuanJun y él Patriarca Yiling tuvieron algún tipo de relación. – ambos parecían perturbados.
- Pero HanGuanJun es tan correcto, ¿cómo podría involucrarse con un tipo tan vil?
- A veces yo creo... que porque no lo era. – YingYi arrugó el ceño y lo miró como si quisiera darle un sermón – Solo piénsalo, no conocemos al patriarca Yiling pero sí conocemos a HanGuanJun, él nunca diría ni una sola palabra para defender a otra persona si no estuviera completamente seguro sobre ella...
Ambos se miraron pensativos y luego suspiraron, sabían que no tendrían la oportunidad de saber más al respecto, nadie podría atreverse a hacerle una pregunta personal al respetado HanGuanJun.

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Durante la mañana una carta informativa llegó hasta la secta Lan: cinco personas habían desaparecido en un pequeño pueblo entre las montañas rocosas de la región de Yunnan, el lugar exacto de la desaparición siempre era el mismo. Lan WangJi acostumbraba hacerse cargo de las investigaciones y cacerías con un grupo de discípulos, sin embargo esta vez optó por dejarlos descansar e ir solo al lugar, no admitió protestas a pesar de que las hubo.
Mientras iba de camino al bajar la montaña de Gusu, se encontró con su hermano.
- WangJi, ¿dónde vas? – tenía aquella disculpa dibujada en sus cejas.
- Cacería - respondió sin intención de detalles.
- ¿No llevas tus discípulos? – negó con tranquilidad, Lan XiChen suspiró – Supongo te molestaría tener que escucharlos hablar sobre los festejos de estas fechas – su hermano no respondió. - ¿Cuándo volverás?
- Probablemente dentro de unos días.
- Ten cuidado. – no fue necesario decir nada más para que Lan WangJi se despidiera con respeto antes de continuar su camino, su hermano suspiró mientras observaba su espalda alejarse. Si antes lo consideraba retraído, ya no tenía una palabra para definirlo.
Lan WangJi sentía algo crujir dentro de su cuerpo cada vez que alguien lo nombraba o insinuaba algo sobre aquella persona, traerle el recuerdo de su perdida le enfriaba el pecho, lo volvía más distante con los demás, aún más de lo que siempre fue. Incluso con su hermano, su tío y sus discípulos.
Viajó alrededor de cuatro horas sin detenerse a descansar hasta que llegó a la región Yunnan. Intentó hacer oídos sordos a las festividades a su alrededor y para evitar los molestos gritos de los vendedores que decían ofertar mercancía anti maldiciones del Patriarca Yiling, optó por tomar un camino dentro del bosque alejándose de la zona poblada y buscando la dirección.
La región de Yunnan tenía altas montañas y anchos lagos, su zona sudeste era conocida por su gran número de creyentes religiosos, toparse con templos y festividades tibetanas o taoístas era normal. La suave brisa tenía consigo una armonía zen que relajó considerablemente la mente de Lan WangJi, se detuvo a cerrar los ojos unos instantes antes de continuar.
Entre las montañas buscó con un poco de dificultad el lugar indicado, la gente de los al rededores desconocía el pueblo que le fue informado, por lo que debió caminar bastante buscando aldeanos a quienes preguntar, pero mientras más adentraba entre las montañas menos gente había, y tampoco habían noticias de los desaparecidos.
Luego de haber gastado demasiado tiempo finalmente tuvo que subir a su espada para darse una mejor visión del lugar, voló por sobre las montañas rocosas y solo desde allí pudo ver una zona con cultivos en la parte baja de una montaña, descendió y volvió a preguntar al único hombre del lugar, esta vez sí tuvo noticias.
- El pueblo que está buscando es muy pequeño y está escondido entre las montañas grandes de la zona, es muy difícil llegar hasta allí. – el agricultor llevaba ropas ligeras y un sombrero, sonreía con arrugas marcadas en su piel morena y dañada por el sol, parecía tener bastante edad, sin embargo su agilidad corporal lo hacía lucir mucho más joven.
- ¿Está poblado?
- Solo por una docena de personas. – "extraño", pensó.
- ¿Puede indicarme cómo llegar? – el hombre lo miró sonriente, Lan WangJi sintió que le daba su aprobación por alguna razón.
- Detrás de la gran montaña que está a mi espalda, está el río Jinsha que bordea con grandes rocas, en el cañón del río encontrará una con forma de hongo que conecta con el bosque, esa es la llamada "Ciudad de Piedra de BaoShan", al menos son tres horas desde aquí. – Lan WangJi ensanchó las pupilas, en su carta decía "ciudad de piedra" enfatizando que era solo un pueblo en sudeste de Yunnan, pero que llevara consigo el nombre de BaoShan lo tomó por sorpresa.
- ¿Sabe algo acerca de la desaparición de cinco personas en el lugar? – el hombre pareció pensar qué responder.
- Hay una historia sobre el lago que rodea la ciudad de piedra... es solo un rumor, pero dicen que es un lugar donde se suicidan niños huérfanos y sus cuerpos son llevados por la corriente, pero jamás los encuentran por lo que los dan por desaparecidos. De todos modos estas montañas son muy grandes y fácilmente puede perderse docenas de niños sin ser encontrados.
- Gracias – el segundo maestro Lan se despidió con respeto y verdadera gratitud, cuando subió a su espada para buscar el lugar notó que el hombre sonreía de detrás de él, no quiso darle demasiada atención, pero algo en su sonrisa le era familiar.
Mientras sobrevolaba el lugar manteniendo el equilibrio su mente comenzó a divagar en teorías que sabía debía desechar, todas ellas le esperanzaban de alguna manera, se preguntó si realmente podría tener un poco más de información de la historia familiar de aquella persona, pero se sintió codicioso luego de pensarlo un momento.
Solo después de dos horas encontró el lugar, bajó sintiendo ansiedad, y para su sorpresa realmente había una docena exacta de casas construidas a modo de escaleras sobre una gran roca, era una vista curiosa. Al final de los doce escalones que marcaban la gran piedra había una puerta hueca que parecía no llevar a nada, Lan WangJi se acercó pensando en que abría una escalera marcando un camino en bajada, pero realmente no había nada. La famosa ciudad, pueblo de piedra, solo era una gran piedra con doce casas.
Su presencia en el lugar llevó a una mujer a salir de su hogar y mirarlo con sospecha, pero pareció calmarse cuando vio su vestimenta.
- Señora... - pensó en preguntarle por las desapariciones pero la mujer de inmediato lo interrumpió.
- Han salido. – Lan WangJi la miró sin comprender – Ve al bosque si quieres encontrarlos, si los esperas se te irá la vida. – en cuanto iba a protestar, la señora volvió a entrar en su casa y cerró con fuerza la puerta. Miró dudoso y pensó en preguntarle a alguien más pero aunque golpeó otras puertas nadie más abrió. Había un silencio absoluto pero tranquilizador.
Suspiró, había viajado todo el día para no recibir respuestas o alguna pista que pudieran aclararle la investigación. Se negaba a creer con facilidad que no era real y habían pagado un mensajero hasta GusuLan sin una verdadera razón.
Sin saber exactamente que más hacer decidió ir al bosque, tal vez encontraría lo que indicó la mujer o tal vez no, de todas maneras se sentaría a descansar unos momentos.
El lugar era solitario, pero el constante graznido de los patos en el río era una buena compañía, se acomodó frente al lago en posición de loto y comenzó a meditar.
El aire fluía tranquilo, tal vez demasiado, lo que le dio la comodidad para concentrarse profundamente, aunque notó un leve movimiento en el aire que rozaba su rostro se negó a abrir los ojos, sus oídos no habían captado ningún sonido y su guardia se mantenía en alto, pero entonces algo movió sus ropas y abrió los ojos al mismo segundo en que llevaba su mano a desenfundar Bichen.
Fue un movimiento veloz que asustó al niño que en silencio se había acercado a él.
Lan WangJi lo miró sorprendido. ¿Cómo se había acercado tanto? Él no lo había notado, incluso podía asegurar que el niño había jalado del jade que colgaba de su cinturón. Confundido lo examinó con la mirada, lo que le llamó profundamente la atención al segundo maestro Lan no fueron las ropas blancas con tonos verdes, ni tampoco la esmeralda que colgaba de su cinturón, si no que la mirada cristalina de un claro y al mismo tiempo brilloso tono verde, supo de inmediato que no era humano y al mismo tiempo sabía que no era un espíritu, pero no había una sola pizca de energía resentida en él, por lo que no tenía idea que era lo que estaba en frente solo que definitivamente no era dañino.
- ¿Quién eres? – le preguntó, él niño se puso de pie rápidamente y comenzó a correr, esta vez Lan WangJi estuvo seguro de haber encontrado una pista por lo que lo siguió rápidamente, para su sorpresa realmente le tomó un gran esfuerzo hacerlo, el niño era silencioso, no podía oír pisadas ni tampoco respiraciones, solo se guío por el roce del viento. Por suerte encontró al niño caminando unos cuantos metros delante de él, pero esta vez fue Lan WangJi quien se escondió para observarlo.
- ¿Shaymin, dónde están las verduras que fuiste a buscar? – la voz apacible de un hombre llegó a los oídos del segundo maestro Lan. El niño no respondió, solo levantó los hombros. Otra figura más juvenil se acercó a ellos, solo podía ver su espalda pero aún así podía definir que debía tener alrededor de quince años, éste se movía con dificultad llevando una gran canasta con verduras hasta una carretilla.
- ¡Shaymin, sé buen esclavo y ve por las verduras! – la voz que llegó a sus oídos esta vez golpeó con fuerza su corazón mientras aquel quinceañero dejaba mostrar su perfil en su dirección.
Aquel rostro, aquella voz, sus ojos... era él.
Estaba conmocionado mientras lo veía a cierta distancia, quiso moverse pero su mente estaba aturdida, no dejaba de preguntarse si realmente era él, si es que acaso no estaba soñando. ¿Cómo había estado? ¿Cómo volvió? ¿Lo recordará? Algo en él quiso que no, que no recordara nada pero otra parte de él se sentiría muy herida si realmente no lo hiciera.
Mientras lo miraba sin ser capaz de acercarse o decir algo, el único adulto entre ellos dibujó un símbolo con sus manos, era un sello desconocido para él pero que notoriamente invocaba una gran cantidad de cultivo.
Una barrera imperceptible al ojo humano se aclaró hasta convertirse en una puerta borrosa.
- No sé cómo subirás las verduras a la montaña – le dijo al joven de quince años.
- No esperes que te ayudemos. – agregó el niño. El otro bufó y se arremangó las mangas antes de tomar la carreta con esfuerzo y llevarla hasta la barrera que comenzó a traspasar.
- Ya verán como lo haré. – cada vez que hablaba, le confirmaba a Lan WangJi que era él. Éste sin poder reaccionar solo dio un paso adelante mirando la espalda del quinceañero desaparecer detrás de la barrera, él niño fue el último en entrar, lo miró de reojo y Lan WangJi fue consciente de eso, el niño sabía que estaba allí. Luego entró y el segundo maestro Lan volvió a quedar solo, de pie allí, confundido, impactado y con un corazón que volvía a palpitar por primera vez en quince años.