domingo, 10 de mayo de 2020

Intrínseco - Capítulo 19: Visitas, Parte 4


Nie MingJue esperó a oscuras en su habitación, estaba ansioso a pesar de que nadie podría decirlo en la seguridad de su postura. Esperó media hora hasta que la oscuridad le aseguró que todos dormían en los alrededores. Si algún discípulo veía al joven amo y futuro líder secta haciendo lo que pensaba hacer, probablemente su padre se enteraría y no podría repetirlo, por lo que fue excepcionalmente discreto a la hora de salir de la habitación y caminar en dirección a la residencia principal.
El líder de secta Nie y padre de Nie MingJue se había vuelto a casar recientemente a pesar de haber enviudado una década atrás, pero un parto con complicaciones en su joven nueva esposa volvió a dejarlo en solitario al cuidado de un hijo recién nacido. La secta aún se encontraba viviendo el duelo de la joven ama y el líder de secta se había emborrachado cada día desde que la había perdido.
Nie MingJue había sido testigo silencioso de lo ocurrido, y al conocer a su padre sabía que este no permitiría que ninguna sirvienta cuidara al pequeño recién nacido si él mismo podía hacerlo incluso borracho. Fue precisamente por ello que el joven Nie MingJue había entrado a escondidas a la habitación de su padre y durante cada noche cuidó del bebé.
El joven Nie era profundamente correcto, considerado como uno de los jóvenes amos con mayor habilidad en su técnica de defensa y a pesar de su rudeza, ya demostraba ser respetado por sus discípulos e incluso líderes y ancianos de otras sectas. Era un orgullo para su padre, podía luchar a su lado si éste así lo quería, pero Nie MingJue tenía un gran defecto a la hora de utilizar palabras sensibles, por ello no sabía cómo consolar a su padre, solo podía verlo borracho, asegurarse de que estuviera comiendo adecuadamente, arroparlo cuando dormía y cuidar de su pequeño medio hermano para así, aliviar un poco la carga de su padre.
- Solo somos nosotros – le había dicho su padre un par de años atrás – Así que debemos cuidarnos mutuamente- ahora Nie MingJue miraba a quien era el nuevo integrante de ese "nosotros".
Observó los ojos grandes del bebé que parecía curioso frente a la expresión seria de su hermano mayor. Nie MingJue había notado que el bebé no dormía hasta pasada la media noche y que incluso si lloraba por horas en la madrugada a su padre no le molestaba, lo alimentaba y se podía dormir agradablemente borracho en medio del ataque de llanto del recién nacido. 
Nie MingJue había escuchado a las sirvientas murmurar que era un milagro que el niño aún estuviera en perfectas condiciones considerando la falta de atención nocturna, ya que podía ahogarse con su propio llanto, eructos, reflujos, congestión nasal o podía solo tener un accidente, y es que ciertamente al joven amo Nie le parecía que el bebé era tan pequeño y débil que lo creyó capaz de morirse solo por gusto. Así que él como un hermano mayor tenía que protegerlo de su propia debilidad y de la falta de atención adecuada que no podía darle su padre en esos momentos.
- Ven aquí – lo arropó y lo levantó. El niño hizo pequeños sonidos que a Nie MingJue le recordó a los animales cuando tenían frío, de manera instintiva lo acercó a su pecho para darle calor y dejó descansar su frente junto con la del bebé mientras miraba los grandes ojos curiosos que estaban casi turnios al intentar mirar la nariz del hermano mayor, este no aguanto la risa y comenzó a acariciar las gordas mejillas con la nariz.
Nie MingJue esperaba que nadie lo viera haciendo algo como eso, por lo que observó a su alrededor antes de continuar refregando con suavidad su nariz por la suave piel del bebé. El joven amo Nie aceptó para sí mismo que le gustaba mucho el olor del bebé, también le gustaba cuando miraba su propia nariz y abría su boquita en una perfecta "o", observaba divertido la manera en que las pequeñas manitos se aferraban al dedo índice de sus grandes manos. No podía entender cómo podía ser tan pequeño, él nunca había visto bebés antes de esa semana y estaba sorprendido por los deditos en miniatura de sus pies que se movían como una extensión de la risa del pequeño Nie HuaiSang.
Lo recostó en la cama y revisó que estuviera seco, el bebé lo miraba como si esperara algo que Nie MingJue llevaba haciendo toda la semana. Suspiró, y es que había sido su culpa acostumbrarlo a esa rutina. Sacó la lengua y estiró las mejillas de su cara con sus propias manos, el bebé que lo miraba comenzó a reír fascinado. Cuando el hermano mayor se detuvo, las risas del bebé también se detuvieron a la espera de la siguiente mueca.
- Te has vuelto exigente... - refunfuñó antes de abrir las aletas de la nariz e inflar parte de su rostro, simulando ser un mandril. El bebé volvió a reír, pero de pronto escuchó otra risa provenir de la esquina de la habitación, y al joven amo Nie se le enfrió la sangre.
- Oh por favor no te detengas – le pidió su padre desde la cama – Ha sido tan divertido, no pude contenerme, quería seguir haciéndome el dormido pero es que... – explotó de la risa nuevamente - ¡Te ves tan feo! – las fuertes carcajadas hicieron que Nie MingJue se sintiera profundamente avergonzado. Él jamás había sido visto haciendo algo semejante pero cuando bajó la mirada, notó que él mismo bebé se sacudía de la risa contagiada por las carcajadas del padre. La situación le dio calidez a su corazón, también terminó riéndose de sí mismo.
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Nie HuaiSang cumplía siete años, era su primer cumpleaños luego de la muerte de su padre y por primera vez en su corta vida no tenía ganas de ver a nadie, ni siquiera para recibir obsequios. Nie MingJue se encontraba sumamente ocupado, llevaba pocos meses liderando la secta, la cantidad de trabajo era considerable y se preguntaba todos los días cómo es que lo hacía su padre para aún darse el tiempo salir a cacerías nocturnas, porque él sentía que no lo tenía. La cantidad de trabajo era tal, que logró ignorar su propio dolor por el asesinato de su padre entre tanto ajetreo. Hizo un esfuerzo por conservar solo lo que pudiera utilizar de todo lo que ocurrió: el odio por los asesinos, y el odio por la secta QishanWen.
Consciente de que ya no podría mimar a su hermano menor, decidió que esta vez por su cumpleaños lo llevaría a elegir un modelo para su futuro sable. Él sabía bien que su hermano era distinto a los demás niños de la secta, nunca se sintió atraído por los entrenamientos de los discípulos y cada vez que veía al ejército marchar para alguna batalla solía preguntar por qué tenían la necesidad de pelear existiendo las palabras. Nie MingJue había sido particularmente paciente al explicarle que aunque ellos quisieran hablar, los otros serían los que atacarían primero, pero el pequeño respondió: "si no quieren hablar contigo entonces ignóralos, lo peor es perder el tiempo con alguien que no quiere solucionar las cosas." Si bien él sabía que Nie HuaiSang probablemente sería bueno con las palabras en el futuro, también tenía que aprender a defenderse y demostrar que en caso de ser necesario, él sería un sucesor digno para la secta. Por lo que lo llevó hasta donde un herrero cultivador especializado en realizar las espadas y sables que utilizaban las mejores sectas.
- Me quiero ir a casa – se quejó mientras era jalado con fuerza, prácticamente arrastrado por su hermano mayor. Nie MingJue continuó caminando sin escucharlo - ¡Me quiero ir a casa! ¡A casa! ¡A casa! ¡A caaaaaasa! – gritó.
La gente alrededor comenzó a mirar al hombre alto que caminaba arrastrando a un niño enojado y murmuraban entre sí. Nie MingJue contó hasta mil, y para cuando terminó, Nie HuaiSang continuaba pateando el suelo, por lo que lo arrastró hasta un callejón y lo levantó del brazo que sujetaba.
- ¡Me duele! ¡Ju-Ge me sacarás el brazo!
- Escúchame HuaiSang – ordenó.
- ¡El dolor no me deja escuchar! - el mayor puso los ojos en blanco antes de soltarlo y agacharse para quedar a su altura.
- Escucha – volvió a intentar, esta vez en un tono comprensivo - Ya no tenemos a nuestro padre, así que tendremos que aprender a cuidarnos entre nosotros, entrarás ahí, elegirás un sable y aprenderás a usarlo así podrás defenderte en caso de que ocurra algo.
- Pero yo no quiero luchar, soy un niño – el niño hizo un puchero y comenzó a morder sus dedos. El mayor le quitó la mano de la boca y se la sujeto.
- A algunas personas no les importará que seas un niño, Sang-Di no tendrás que luchar ahora, yo te protegeré pero no siempre podrá ser así y quiero que tu sepas protegerte para cuando yo... - no había terminado de hablar cuando Nie HuaiSang había comenzado a lagrimear con una fea cara de tormento - ¿Ahora qué?
- ¡Ju-Ge no se puede morir! – el niño comenzó a gritar en un ataque de llanto, el mayor pensó seriamente en tapar su boca hasta que dejara de hacer ruido pero de pronto lo escuchó – Papá se fue, hermano no se puede ir – balbuceó.
Nie MingJue realmente no podía expresar palabras afectivas pero en cuanto lo escuchó deseó haber aprendido más de la facilidad con que su padre podía hacerlo sentir querido. Se agachó y abrazó a su hermano menor sin decir una sola palabra. El niño lloró unos minutos mientras era abrazado, hasta que finalmente se calmó.
- ¿Mejor? – preguntó el hermano mayor. Nie HuaiSang se limpió las lágrimas y la congestión nasal con la manga de su túnica y le sonrió - ¿Vamos ahora?
- Solo si hermano promete volver a hacer eso – murmuró con timidez.
- ¿Eso? – preguntó abochornado, el pequeño pensó que no había entendido por lo que estiró los brazos para intentar repetirlo – No, no, no si entendí a qué te refieres – suspiró – Un hombre abrazando a un niño... eso no está bien – pensó en voz alta.
- ¿Un niño puede abrazar a su Ju-Ge? ¿Y si Ju-Ge solo devuelve el abrazo a Sang-Di?
- Eso no suena tan terrible – bromeó con cara de miedo.
- Ju-Ge no le teme a nada, no le creo esa cara – Nie MingJue rió mientras comenzaba a caminar nuevamente llevando al niño con él.
Cuando llegaron al lugar, el conocido herrero los esperaba con licor para una cálida bienvenida. Nie MingJue se sentó a charlar con él y le dijo al pequeño Nie HuaiSang que fuera a admirar las espadas y sables que habían colgadas en las paredes, pero el pequeño no las miró ni una sola vez, se sentó en el suelo y comenzó a jugar con las agujetas de sus pequeñas botas, amarrándolas juntas.
- Él es completamente diferente a mí - comenzó a quejarse Nie MingJue con el herrero - nada agresivo, más bien asustadizo, o eso aparenta con los demás. Vive soñando despierto, ni practica ni estudia, pero puede dibujar todo el día. Sinceramente... No puedo imaginar cómo debería ser un sable para alguien como él.
- ¿Y sus reflejos son buenos?
- Mm... bueno, si lanzas una piedra dentro de un rango de dos kilómetros en donde no haya nadie más que HuaiSang, no importa hacia donde lances la piedra, siempre caerá en la cabeza a HuaiSang – el hombre se rió.
- No creo que deba ser tan cruel con su hermanito, es solo un niño después de todo. Joven amo HuaiSang, venga aquí por favor – llamó el herrero con gran ilusión en su mirada. El niño se puso de pie demasiado rápido y olvidó que tenía las agujetas de sus botas abrochadas entre sí, cuando se estaba cayendo directo al suelo intentó sujetarse de algo y antes de que se diera cuenta, una cubeta con agua había caído sobre su cabeza, mojándolo y dejándolo ligeramente adolorido. El golpe sonó estruendoso y el herrero miró atónito a Nie MingJue.
- Te dije; si no hay peligros cerca, HuaiSang los inventa.
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- Líder de secta Nie, creo que será mejor que tenga cuidado. - sugirió el herrero al ver como el mayor empujaba al niño hasta los sables.
El niño miró con nerviosismo a su alrededor, ningún sable llamaba su atención, para él todos se veían iguales. Nie MingJue lo presionó:
- HuaiSang no tenemos todo el año, siquiera acércate a ellos para elegir.
El niño se acercó más a la pared donde colgaban la mayoría de los modelos, aún tenía una mirada incómoda que notó el herrero.
- ¿Tal vez deberíamos hacer un modelo especial para él?
De pronto el niño pareció haber visto algo que lo impresionó y sus ojos brillaron con intensidad. Nie MingJue se sintió orgulloso por primera vez en mucho tiempo, el mismo tipo de sensación que sintió cuando su hermano dijo por primera vez su nombre.
- ¿Qué es? – preguntó inseguro, solo por constatar si es que realmente Nie HuaiSang estaba haciendo lo que él creía que estaba haciendo.
- Lindo – dijo antes de apuntar una figura en la pared con su dedo.
- ¿Cuál te gusta pequeño? – preguntó el herrero.
- ¿Cuál? ¿Cuál? – la voz de Nie MingJue sonaba ilusionada y ansiosa.
- Ese, lindo– repitió el niño. El herrero siguió la dirección de su dedo y tocó una de las figuras en la pared.
- ¿Este?
- Sí, ese, lindo – repitió el niño.
- ¡HuaiSang! – Nie MingJue ahora estaba ofendido y enfadado. El herrero se alarmó.
- Parece que al pequeño joven amo Nie le gustan los abanicos – dijo con una risa nerviosa. Nie MingJue miró a su hermano menor de tal forma que este entendió de inmediato lo que significaba, y en menos de dos segundos había comenzado a correr, en menos de otros dos Nie MingJue había comenzado a perseguirlo también.
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Shaymin volvió lentamente al presente, pestañeó varias veces antes de sentir que había vuelto a la realidad.
- Así que eres tú... - le susurró a la pequeña luz opaca que tenía sujeta dentro de la caja. Shaymin sonaba aliviado – Te había buscado hace un tiempo, pero no sabía por dónde comenzar a buscar, solo te había visto en la profundidad de las nubes y tampoco recordaba demasiado de tu esencia como para distinguir tu alma – suspiró feliz y luego le susurró al alma – Pero tranquila pequeña, todo estará bien.
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Wei WuXian solía dormir hasta tarde y pocas cosas podían despertarlo, pero el calor era justamente una de ellas. Cuando abrió los ojos aún estaba oscuro, sin embargo descubrió que ya sentía su cuerpo, por lo que se removió lo suficiente como para encender una vela dibujando un talismán con energía espiritual.
La luz iluminó la pequeña habitación y con ello el rostro sereno de Lan WangJi, quien dormía tranquilamente aún con los brazos envolviendo a Wei WuXian, lo que si bien le gustaba bastante al adolescente, era esa la causa de que su espalda estuviera sudorosa. Se removió un poco para respirar y se destapó, luego se giró hasta quedar frente al rostro de Lan WangJi, quien dormía placenteramente.
Comenzó a sonreír mientras admiraba los rasgos finos en su bonita cara, se acurrucó junto a él, dejando que el fresco diera con su espalda mientras él podía de todas maneras recibir el abrazo por el frente.
"Es tan... perfecto. Durante la tarde me dejó dormir en su regazo, jugamos... habló más... bueno tal vez no, pero qué importa, habló lo necesario y yo hablaré por él para que no hayan silencios incómodos, aunque nada parece incómodo usualmente cuando está cerca. ¡Ah, Wei WuXian calma tu corazón de doncella enamorada!"
Sintió que si continuaba aquella línea de pensamiento probablemente terminaría rodando por la cama para liberar un poco de ansiedad. Suspiró y continuó respirando profundamente el olor a sándalo y comenzó a acercarse. El aroma lo atraía, siempre había sido así, y cuando notó que estaba lo suficientemente cerca como para sentir su respiración sobre su propio rostro tragó saliva mientras observaba sus labios. Se preguntó cómo podían ser tan bonitos, y si es que los suyos le parecerían atractivos a Lan WangJi. 
Se acercó más con la mente aturdida y cuando pensó en depositar un beso suave y voltearse con rapidez de la cama, notó un leve movimiento en sus pestañas. Lan WangJi lo miró directo a los ojos. Por el susto Wei WuXian dio un saltó que lo hizo girarse y caer de la cama por un estrecho espacio entre la pared y el mueble, y una vez en el suelo, comenzó a rodar hasta meterse debajo de la cama y esconderse. 
"Imbécil, estúpido, idiota, idiota, idiota", se insultó en su mente mientras se daba golpes con la palma de la mano en la frente.
- ¿Wei Ying? – preguntó con voz ronca el segundo maestro Lan.
- ¡Aquí! Está más fresco debajo de la cama, me quedaré aquí, tú... descansa Lan Zhan.
Lan WangJi frunció el ceño. Se tocó los labios un poco nervioso, había despertado cuando Wei WuXian se volteó en la cama. Sabía que no lo había besado aunque le faltó muy poco, una parte de él estaba decepcionada, otra parte le gritó así mismo que no podía olvidar bajo ninguna circunstancia que Wei WuXian aún no recordaba todo y solo cuando eso sucediera podría decidir si quería o no a Lan WangJi a su lado. Hacer algo antes solo era aprovechar la situación y eso estaba mal, muy mal para alguien como el segundo maestro Lan.
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- ¿Estás seguro que debes marchar tan temprano? – preguntó Wei WuXian una vez terminaron de desayunar y Lan WangJi se puso de pie. Ya estaba correctamente vestido y peinado – Arg, no me siento feliz, casi no hablamos anoche y me duele la espalda por haber dormido tantas horas debajo de la cama...
- No debiste hacerlo – le dijo mientras tomaba su espada.
- ¿De verdad te irás ahora? Lan Zhan, quédate solo un poco más... - Wei WuXian se abrazó a su pierna.
- Preparativos.
- ¿Preparativos?
- Mn.
- ¿De qué?
- De tu llegada – le respondió en un tono de obviedad pero con cierto aprecio. Wei WuXian sonrió.
- No estoy seguro de que significa eso, pero espero que no sea una jaula o algo así para evitar que te cree problemas.
Lan WangJi no respondió, solo lo miró.
- ¿Eh? ¿Es una jaula?
- Casa.
- ¿Para quién?
- Los dos– el adolescente se quedó sin palabras por la sorpresa hasta que su mente procesó la información.
- ¿Vamos a vivir juntos?
- Mn.
- ¡Vamos a vivir juntos! ¡Vivir juntos!– levantó los brazos de manera exagerada y dio una vuelta antes de dar pequeños saltitos. Lan Wangji lo miró con el ceño fruncido y levantó el dedo índice en su dirección, lo puso sobre su cabeza con algo de presión para que el adolescente se quedara quieto.
- Calma.
- Solo estoy feliz – rió - ¿Y tú, Lan Zhan? ¿Estás feliz? – para sorpresa de Wei WuXian, Lan WangJi se inclinó un poco hacía él y depositó un suave beso en su frente antes de voltear y comenzar a caminar con rapidez hacia la salida.
Wei WuXian se quedó congelado mientras el rubor le subía a las mejillas.
- ¿Estoy soñando? – se preguntó así mismo en voz alta, luego buscó con desesperación a Lan WangJi, una vez lo divisó corrió hacía su silueta - ¡Lan Zhan! ¡Espérame Lan Zhan! ¡No te irás así! ¡Déjame devolver ese beso!
El paso de Lan WangJi era casi un trote de piernas largas que Wei WuXian alcanzó solo al correr, pero ninguno se detuvo y cualquier podría decir que parecían tener una carrera hasta la salida, una vez estuvieron demasiado cerca ambos se detuvieron. El segundo maestro Lan se giró para mirarlo.
- Volveré a buscarte en diez días.
- Lo sé– aseguró aún un poco sonrojado y con la respiración acelerada por la carrera. Lan WangJi asintió en su dirección y cuando estaba a un paso de cruzar el portal Wei WuXian lo jaló hacía él, en una inclinación rápida besó su frente. Rió cuando vio al segundo maestro Lan abrir los ojos por la sorpresa – Ahora sí puedes marchar Lan Zhan. Buen viaje, te estaré esperando.
El mayor no lo miró solo asintió con los ojos clavados en el suelo y luego cruzó el portal. Una vez fuera suspiró y se tomó el pecho con una mano, su corazón latía como las alas de un colibrí.
Lan WangJi estaba seguro de que para vivir con Wei WuXian necesitaría más que todo su autocontrol o no lograría mantener una distancia prudente si éste continuaba comportándose de esa manera, de lo posible necesitaba un milagro, o dos.
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Cuando Lan WangJi entró en la Profundidad de las Nubes, aún se sentía un poco tembloroso a pesar del largo viaje, fue precisamente porque estaba tan concentrado que no escuchó los pasos apresurados hacia él sino hasta que le hablaron directamente.
- Segundo Maestro Lan – saludó educadamente el joven discípulo que se había acercado con rapidez y a paso de trote en cuanto lo vio cruzar la puerta. Habló con alarma en su tono- Su tío se lastimó anoche en una cacería, su hermano acaba de ordenar un grupo para que salga en su búsqueda.
Lan WangJi frunció el ceño y aceleró el paso dejando de inmediato al joven atrás. Se encontró precisamente con el grupo de discípulos que iban de salida.
- ¿Qué sucedió? – preguntó a SiZhui que parecería liderar el grupo. Se sorprendió al verlo, pero se recompuso de inmediato.
- HanGuanJun – saludó antes de explicar los hechos con aparente calma pero rapidez en su voz – Anoche el Señor salió con nosotros a investigar una cueva que escondía un yao, logramos suprimirlo pero entonces encontramos un amuleto con demasiada energía resentida que lo alimentaba. Una vez nos acercamos descubrimos que el amuleto había absorbido la cognición espiritual de las víctimas del yao, se defendió y atacó a uno de los discípulos y el Señor intercedió... entonces recibió el impacto de una maldición que no pudimos derogar.
- ¿Qué tan mal está?
- Tiene mucha fiebre, alucinaciones y su energía espiritual es irregular, no parece fluir con constancia...
- HanGuanJun – agregó JingYi luego de saludarlo - La energía resentida se mezcló en sus meridianos, es como si quisiera llegar hasta su Dantian, no podemos hacer nada. Por favor perdónenos, es nuestra culpa.
- ¿Dónde? – preguntó con prisa mientras colocaba una mano en el hombro de JingYi como consuelo.
- Está en su habitación – eso bastó para que Lan WangJi se apresurara hasta donde estaba su tío, dejando a los discípulos detrás con grandes caras de amargura.
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Una vez lo suficientemente cerca de la habitación, vislumbró a su hermano sujetando la mano de su tío mientras le traspasaba energía espiritual. Tragó nervioso. La situación parecía grave, como un tarro de agua fría que lo obligó a despertar luego de un dulce sueño en una montaña feliz.
- WangJi – Lan XiChen lo llamó en cuanto lo notó, junto a él Lan Qiren balbuceaba – WangJi, iba a enviar a los jóvenes a recorrer Yunnan por si te encontraban de camino.
- ¿Qué...?
- Fue un descuido – dijo con voz adolorida - Pero me temo que la maldición no solo es desconocida para los curanderos sino que es irrevocable, no hemos encontrado una manera de minimizarla si quiera. Si continúa así... – su voz tembló un poco al final. Por instinto Lan WangJi se acercó más a su hermano más de lo que usualmente hacía por respetar su espacio personal y el propio – Me temo que dañará su dantian y tal vez más que eso, la fiebre se niega a bajar.
Ambos miraron con preocupación a Lan Qiren, quien hacía pequeños movimientos incómodos con su cabeza, como si estuviera siendo profundamente perturbado. Lan WangJi se sintió culpable ya que era él quien estaba encargado de realizar ese tipo de cacerías con su grupo de discípulos, a él debió ocurrirle un accidente, no a su tío.
De pronto recordó a Wei WuXian hablando cuando le enseñó su regalo:
"Fue la esmeralda con el verde más sutil que encontré, se combinará muy bien con los bordados azules y blancos de tus ropas que imagino, deben ser los colores que predominan en tu secta... no sabía si marcharías para nunca más volver así que pensaba dártelo como recuerdo de todas maneras, así lo colgarás en la puerta de tu habitación y te acordarás de mí. Te mantendrá seguro de los fantasmas, demonios, incluso puede calmar la ansiedad y el miedo. También puedes usarla un par de veces para purificar maldiciones aunque en ese caso se terminara por consumir toda la energía de la piedra y se convertiría en una esmeralda común."
- El colgante...
- ¿Qué? – Lan XiChen lo miró sin entender.
- Hermano, intentemos algo – el mayor lo miró y decidió asentir sin preguntar, después de todo Lan WangJi jamás lo había decepcionado, y si fuera el caso, la situación ameritaba agotar todas las opciones.