viernes, 10 de julio de 2020

Intrínseco - Capítulo 41: Hazaña, Parte 1



Pasado. En la Profundidad de las Nubes.-




Mei Fen estaba de pie en el último escalón de la entrada a GusuLan, solo se detuvo un momento por respeto a su maestra, no es que ella se fuera a detener o dar la vuelta ya estando allí, pero al menos le podría decir a BaoShan SanRen que sí se detuvo a pensar antes de actuar. Pasados dos minutos dio un paso adelante, rompiendo a su alrededor la barrera de protección de la entrada y posiblemente alertando a todo Lan que tuviera una ficha de primer nivel. No le importó, estaba demasiado enojada para preocuparse por los detalles.

GusuLan se veía como ella lo recordaba desde una centena de años atrás, sin embargo había pequeños detalles distintos, como cierto árbol de gencianas que cubría el jardín principal cuyo espacio estaba siendo usado por un tierno tronco mucho más joven, ella lo notó y le pareció curioso cómo el mismo lema de justicia que predicaba dicha secta era parte de un pasado que se había quemado junto aquel gran y viejo árbol de gencianas.

"La guerra les astilló los principios."




Paso a paso, su enfado se reducía a nada más que frustración mientras caminaba tranquilamente por el lugar, su esmeralda yacía desatada y guardada entre sus ropas, delatando así todo su poder de cultivación lo que debía ser suficiente para alejar a cualquier discípulo atrevido.

Se detuvo en frente del salón donde podía diferenciar la presencia de un cultivo conocido.

Lan Qiren alertado por los discípulos abrió la puerta del salón con su espada en la mano.

Notoriamente sorprendido por la figura de blanco uniforme, pequeña estatura, ojos penetrantes, ceño fruncido y despeinado cabello, solo pudo quedarse quieto contemplando mientras su mente parecía recordarle la cortesía atrapada en su garganta.

Mei Fen lo miró, no como se miraría a un viejo amigo o a alguien a quien se le guarda un mínimo de aprecio, ella lo miró como si hubiera sido profundamente decepcionada, con un corazón amargo y ojos que prometían tomar medidas de ser necesario.

- No. – le respondió a una pregunta silenciosa – No es una visita de cortesía.




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Los discípulos se preguntaban quién podía ser la mujer que había ocasionado que Lan Qiren no pudiese decir palabra alguna, más cuando en silencio le indicó que lo siguiera, llevándola a la sala de reuniones y abandonando la clase sin dar explicación a sus alumnos.

Los discípulos podían decir que eran días extraños. El segundo maestro Lan había sido severamente castigado con el látigo de disciplina tan solo meses atrás y desde entonces estaba recluido, su ausencia era notoria debido a la gran cantidad de ayuda que se requería de la secta y a falta del mejor cultivador que cubría todos esos casos, los menores se hacían cargo cómo podían. La muerte del Patriarca Yiling se suponía debía llevarles felicidad pero por el contrario aún llevaban el duelo de la gran cantidad de cultivadores perdidos en la batalla. Primero, los asesinados por un cadáver feroz supuestamente consciente que perdió la cordura, después los asesinados en la Ciudad Sin Noche y finalmente las perdidas en el asedio de los Túmulos Funerarios, como si todo eso fuera poco, la reclusión del intocable HanGuangJun y el exceso de actividades que había traído con ello ahora eran responsabilidades que recaían en un muy ocupado líder de secta. Por su lado Lan Qiren parecía haber envejecido diez años y otros diez en el momento en que sus ojos se toparon con los de esa misteriosa mujer con gran cultivación.




- Recuerdo que te gustaba beber té con miel – susurró Lan Qiren en un tono muy impropio de él, su mano temblaba levemente mientras servía el té. Mei Fen sabía que Lan Qiren no le temía en lo más mínimo, por lo que sus nervios bien podrían ser por la sorpresa de su visita u otra razón que decidió ignorar, temiendo enternecerse y olvidar gran parte de su enfado.

Lan Qiren puso el té en frente de ella y se sirvió así mismo, bebió para tratar de calmarse y luego miró a la mujer.

- No es adecuado que cierre la puerta para estar a solas con una mujer, pero dudo que quieras que alguien más escuche lo que tengas que decir, ¿Me equivoco?

- Podría ser tu abuela – le recordó Mei Fen sin una pizca de humor, sin embargo Lan Qiren si bajo la mirada y sonrió levemente. Mei Fen se dio cuenta de que estaba enviando las señales equivocadas por lo que decidió ser directa – no vine hasta aquí por una visita amistosa, vine en busca de una justificación. – Lan Qiren la miró extrañado, su mirada le indicaba claramente que él no rendía justificaciones a nadie y que tampoco parecía hacerse una idea de lo que ocurría. Mei Fen habló con voz severa – ¿Con qué fin se crearon las sectas de cultivo, Qiren? ¿Para beber el té? ¿Para ocuparse de la política? ¿Para competir por vanidad?

- ¿Qué estás diciendo? – Lan Qiren frunció el ceño más herido que enfadado – La secta Lan está lejos de caer en inmoralidades, ¿De qué me acusas?

- ¿Libre de caer en inmoralidades? – repitió ella en un tono ácido - ¿Asesinar a mujeres y ancianos que ni siquiera cultivan, no es un acto inmoral? Apoyar un asedio contra almas inocentes... ¿Qué nombre le pondrías a eso?

- ¿No estarás aquí para acusarme por el asedio a Wei WuXian? – escupió al final con desdén, Mei Fen golpeó la mesa y levantó su cuerpo para mantener la mirada de Lan Qiren.

- Estoy aquí porque fuiste uno de los que condenaste a Wei WuXian solo porque no caía en tu obtusa lista de opciones aceptables.

- ¡Él estaba cometiendo actos inmorales con su cultivo demoníaco! ¿Acaso no sabes todo lo que...

- ¡Estaba ayudando a quienes lo necesitaban! ¿Qué hizo la secta Lan por los inocentes Wen que no participaron en la guerra? ¿Los que ni siquiera cultivaban pero eran parte de la familia? ¿Los que jamás mancharon sus manos con sangre? ¿Qué hizo la secta Lan? ¡Les escupió en la cara y los condenó por crímenes que no habían cometido!

- ¡Sabes cómo funciona la guerra Mei Fen. No podíamos defenderlos, además nadie puede probar que eran buenas personas o que ya no estaban cultivando! 

- Son las acusaciones las que se hacen con pruebas, no te defiendes de lo que no has hecho, al no ser que te veas incriminado por un montón de cobardes que prefieren mentir para herirte hasta cavar tu tumba, solo porque incluso aliándose entre miles no podrían contigo. Eso fue lo que le hiciste a Wei WuXian, porque si decidiste ignorar lo que ocurría también llevas culpa contigo. – Lan Qiren también golpeó la mesa antes de levantarse para mirarla desde un poco más de altura.

- Era un joven inmoral, sin prejuicios, egocéntrico, que iba por la vida provocando a los demás, metiendo en problemas a su propia familia, ¿Ni siquiera lo conociste, verdad?

- ¿Metiendo en problemas a su familia? Vengo desde los túmulos funerarios, hablé con cada alma de los Wen asesinados ¡Sé perfectamente cómo fue y es por eso que estoy tan decepcionada de ti! Si hubiera sabido que serías del tipo de persona que acusaría y juzgaría solo por las habladurías, te hubiera dejado morir. ¡Si hay algo que detesto más que los avariciosos y manipuladores, son los hipócritas que se dedican la vida completa a dictar reglas que no siguen!

- ¡Mei Fen! – El rostro de Lan Qiren se mezclaba entre tonos rojizos y marrones, sus ojos llorosos solo expresaban rabia y frustración, tal vez también estaba herido por las palabras de Mei Fen, pero a ella aparentemente no le importó cuando se puso de pie y se preparó para marchar, no sin antes dedicarle una última mirada de reproche.

- El menor de los sobrinos que criaste fue el único capaz de notar la realidad bajo toda la falsedad que montaron. Al menos lo criaste bien. – dicho esto se retiró. Escuchó a Lan Qiren llamarla dos veces, pero ella no volteó. 




A pesar de que planeaba salir a pie de Gusu, subió a la espada cuando notó la vista nublada por las lágrimas. 




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Al sobrevolar la ciudad de Lanling vio la fiesta a sus pies.

La celebración por la muerte del Patriarca Yiling.

Al parecer las sectas no habían sido capaces de esperar por la celebración y luego de solo dos días de duelo por sus respectivas bajas, decidieron encender las antorchas de todo Lanling en un grito eufórico de goce. 

Decidió descender le vuelo con su espada y unirse a tan agradable celebración.




La música estallaba en cada esquina mientras los niños bailaban, parecía que el protagonista de sus pesadillas por fin se había ido y Mei Fen quiso vomitar al pensar en la manipulación de las habladurías. Deseo fuertemente encontrar una cuota de afecto en el relato de alguien, de quien fuera, pero necesitaba consolarse así misma creyendo que al menos quedaba alguien vivo sabiendo la grandeza del corazón de Wei WuXian, esa que le habían detallado las almas de los Wen que se negaron a partir de los Túmulos funerarios. Alguien más que un herido hombre que podría no sobrevivir debido a la grandeza bestial de su castigo. 

Todo lo que tenía que hacer era buscar alguna persona cuerda en medio de toda la demencia presente frente a sus ojos. Notó que la gente volteaba a mirarla, indudablemente algunos hablaron de su buen aspecto, del blanco en sus ropas y del hermoso color de sus ojos, sabiendo que las túnicas de su secta llamaban la atención e inspiran un considerable respeto solo por la fineza de las telas, buscó un callejón que ofreciera oscuridad y se cambió las túnicas. Un juego sencillo de ropas grises y azules se acomodó a su figura delgada, con la esmeralda amarrada al cinturón y escondida al interior de su bolsillo procuró esconder la grandeza de su cultivo esta vez. No tuvo cuidado al ingresar a GusuLan porque de alguna manera, incluso en el peor de sus enfados, confiaba en que Lan Qiren tenía la intención de ocultar toda la información de ella como cuota de agradecimiento por haber salvado su vida años atrás.

Llevando consigo la apariencia de una cultivadora errante caminó con seguridad por las calles de la festejada ciudad, montones de hombres giraban a mirarla con más que deleite en los ojos. Mei Fen llevaba demasiados años sin salir de la montaña, pero sentir los ojos deseosos de hombres pegarse a su figura era algo que definitivamente no extrañaba.

Observó la Torre Koi desde los pies de las escaleras, el revuelo de gente se concentraba dentro y fuera de la secta. A las afueras algunos agradecían a gritos, lanzando flores y cantando canciones alegres, mientras que ella podía escuchar que no era muy distinto dentro, probablemente un lugar atestado de cultivadores alcohólicos. Subió la larga escalera sin dudar, aunque algunos hombres gritaron a su espalda que ni siendo semejante belleza conseguiría entrar. Por supuesto que ella no pretendía pedir permiso para eso.

Una vez llegó arriba se encontró con dos guardias escoltando la gran puerta, en otro momento ella se hubiera divertido con el par de alcohólicos pero su corazón tenía demasiada amargura en este momento.

Caminó hasta la entrada e hizo una reverencia a medias para ambos cultivadores, luego entró sin esperar respuesta.

- ¡Ey dulce dama! No puedes entrar – balbuceó un hombre que apenas y lograba arrastrar los pies, sujeto el brazo de Mei Fen para impedir que esta diera un paso más y ella lo permitió. Una de las reglas de su secta, prohibía asesinar a un hombre en desventaja. Se volteó a mirarlo y esperar pacientemente a que este dijera algo pero cuando sus ojos conectaron el hombre pareció darse cuenta de lo singular de su aspecto, sonrió borracho. – ¿Estoy soñando con una diosa inmortal? – se volteó para llamar a su compañero pero este estaba durmiéndose mientras se tumbaba cerca de la puerta, en el desliz de atención Mei Fen entró sin siquiera tener que usar la fuerza.




La música se oía con fuerza dentro de lo que parecía ser un salón de conferencias, y se encontró con una lujosa fiesta de caros licores y caras prostitutas, un par de sirvientas Jin llevaban bandejas repletas de comida a las mesas de grandes hombres y solo bastó una mirada para que Mei Fen adivinara que eran los líderes de secta.

"Podría matarlos, pero no."

Ella nunca tuvo un buen temperamento y solía romper las reglas tanto como la misma CangSe SanRen, sin embargo los años brindaban de una cuota extra de paciencia y su amargura ya estaba lejos de ser un odio explosivo. Entró en la habitación sintiendo que varios ojos se posaban en ella a pesar de la cantidad considerable de personas dentro del salón.

Por largos minutos estuvo recorriendo el lugar, familiarizándose con rostros que desconocía. Había pasado un tiempo desde la última vez que se acercó a un lugar como ese, por lo que se encontró adivinando quien debía ser hijo o nieto de cada difunto líder de secta.

- Da-Ge – escuchó a alguien a sus espaldas, volteó a mirar a un apuesto joven de la secta Jin sentarse muy de cerca a otro hombre de la secta Lan. De este último Mei Fen pudo adivinar fácilmente que se trataba de Lan XiChen, era muy similar a su padre después de todo.- ¿Necesitas retirarte? Puedo excusarte con padr... quiero decir, con el líder de secta. – el hombre de ropas blancas le dio una sonrisa vacía.

- Prometí que me quedaría A-Yao, marcharé en cuanto el líder de secta Jin se retire. – ante este anuncio el hombre de la secta Jin sonrió como si algo le doliera. "Falso" pensó sin dudas Mei Fen mientras lo miraba.

- Pero Da-Ge, no te sientes cómodo y tienes asuntos que atender, puedo excusarte. – aunque dijo esto con el fin notable de parecer amable o brindar una puerta de opciones, el mismo parecía saber que una vez hecho un anuncio por el líder de secta Lan este no reclinaría su palabra fácilmente. El hombre de la secta Jin suspiró y se puso de pie. – Hazme saber si puedo hacer algo por ti. – una vez que el hombre se alejó lo suficiente, Mei Fen se acercó a la mesa desocupada junto al líder de secta Lan.

Miró complacida la cantidad de comida en la mesa al parecer había estado desocupada, ya que ni una sola uva había sido removida de su platillo. Bien, ella ya tenía hambre después de todo, por lo que se llevó la fruta a la boca mientras servía un poco de licor en un cuenco y le daba el primer sorbo. Hizo un sonido de placer cuando el alcohol bajó por su garganta, inmediatamente atrajo la atención del hombre junto a él, quien pareció sorprendido al notar su presencia tan cerca de improvisto, y luego aún más sorprendido mientras la observaba a detalle, siendo descubierto en medio de ello sus cejas se fruncieron en arrepentimiento ante un acto poco caballeroso.

- Lo siento – murmuró por lo bajo, Mei Fen le sonrió sintiéndose instantáneamente a gusto al con sus modales.

- No hay razón para disculparse. – dijo sincera, notando que una sirvienta se acercaba para rellenar los platillos, le habló - ¿Podrías traer un poco de té para el líder de secta Lan? Su cuenco está vacío. – el tono extremadamente dulce que utilizó con la sirvienta hizo que esta que le sonriera encantada por la atención, probablemente acostumbrada a exigencias mucho más intimidantes.

Lan XiChen sonrió ante su gesto, pero nuevamente era una sonrisa vacía. Mei Fen sintió lastima, ella no era Shaymin para intuir tan fácilmente las emociones de los demás, pero no es como si el hombre junto a ella no fuera exageradamente trasparente para un par de ojos experimentados.

- Parece que el líder de secta Lan no está en condiciones de compartir en un festejo. – se atrevió a decir mientras decidió tentativamente con su dedo cual sería la próxima cosa de su mesa que comería.

- Me disculpo si sentarse junto a mí solo opaca su celebración señorita...

- Mei Fen – contestó sincera. Podría haber mentido sobre su nombre, pero no había caso, llevaba demasiados años encerrada en la montaña como para que alguien conectara su nombre con alguna antigua historia o encuentro furtivo y rápido de décadas atrás.

- ¿Es una cultivadora errante? – preguntó Lan XiChen mientras recibía gustosamente el té que la sirvienta de la secta Jin servía para él, solo por cortesía esta chica llevo más comida para la mesa de Mei Fen, la que agradeció con una sonrisa sincera.

Como la inmortal que era, estaba acostumbrada a recibir atención, su sola presencia solía ser llamativa para cultivadores y humanos, tanto por su fuerte poder de cultivo como por su reluciente belleza brindada por un sólido núcleo enraizado a sus órganos vitales. Sin embargo, llevaba tiempo sin recibir aquellas atenciones, la gente en la montaña ya se había acostumbrado a ella. Aún con su poder escondido seguía siendo llamativa a los ojos de cualquiera, no era de extrañar que la sirvienta y el mismo Lan XiChen le presten más atención de la cuenta. Por suerte el festejo logró mantener a raya los ebrios cultivadores del festejo.

- Así es. Si me permite preguntar... - Lan XiChen inmediatamente dibujo otra sonrisa aunque esta vez algo incomoda en su rostro, era obvio que no quería contestar preguntas mucho menos a algún cultivador errante, después de todo estos no tenían mucho más respeto que un cultivador de gama baja y aunque la cortesía fuera algo que el líder Lan llevara en las venas definitivamente no se vería obligado a contestar o mantener una conversación que no quería. Sabiendo esto Mei Fen apuntó su platillo repleto de comida y pregunto con una sonrisa contagiosa - ¿Quiere comer un poco de Noumici? ¡Estoy segura de que puede endulzarle un poco el ánimo! - Lan XiChen definitivamente no se esperaba eso y su rostro pareció desconcertado mientras miraba el dulce que Mei Fen colocaba en su platillo.

- Noumici... - susurró ante el pequeño pastel redondo. Una sonrisa pequeña pero sincera se dibujó en sus labios mientras lo contemplaba y lo comía en silencio. Una vez que acabó de comerlo giró hacia ella – lo agradezco mucho. Este pastel me recuerda a mi infancia.

"Lo sé" quiso responder mientras recordaba a Shaymin cocinando días completos para llevar dulces a los hijos de su amiga encerrada en GusuLan.

- Oh, ¿Eso es cierto? Entonces tome más por favor – ella colocó dos más en su platillo – pero me temo que no le daré todos porque se ven muy sabrosos. Por cierto líder de secta Lan – comenzó a hablar mientras se esforzaba masticar rápido antes de continuar - ¿Su hermano está bien? – Lan XiChen inmediatamente dejó de masticar para mirarla, un tanto sorprendido y un tanto confundido. Mei Fen le sirvió más té y ella misma se sirvió un poco. – no lo he visto y he escuchado que no participó del asedio al Patriarca Yiling, temo que luego de batalla en Sin Noche pueda estar herido. – Lan XiChen dio nuevamente aquella sonrisa vacía y asintió, pero ella sabía que estaba pensando bien sus palabras.

- Solo se ha visto ocupado en otros asuntos.

- Ya veo... me alegra que no haya participado en ese asedio. – comentó mirándolo de reojo – ¿HanGuangJun en un asesinato de inocentes? Creo que eso hubiera agrietado su honor. – ante estas palabras Lan XiChen dejó el cuenco con té en la mesa y la miró seriamente como si hubiera tenido una revelación. Un cultivador errante jamás se acercaba a un líder de secta de manera tan estrepitosa, mucho menos comentaría algo similar, no si apreciaba la vida al menos. Al comienzo Lan XiChen pensó que estaba siendo paranoico ante la evidente necesidad de ocultar la relación de afecto de su hermano para con Wei WuXian, pero ahora él realmente tenía fuertes sospechas ante la despreocupada actitud de la mujer.

- ¿A qué se refiere con inocentes?

- A los Wen – se refirió con simpatía y suavidad, sin ningún atisbo de odio en su tono, algo que Lan XiChen llevaba mucho sin escuchar en torno al apellido "Wen" - ¿Eran culpados por asociación, no? Ninguno de ellos tenía manchadas sus manos e incluso entiendo que una de las mujeres fue la doctora que salvó al líder de secta Jiang en medio de la guerra. El resto no debían ser cultivadores, muchos menos tener espadas o algo por el estilo, en Yiling la gente decía que el mismo general fantasma debía bajar a vender verduras para conseguir un poco de comida, por supuesto que no obtendrían armas o algo por el estilo, ¿Cómo se puede considerar una amenaza a una familia de ancianos hambrientos?

- Usted cree, ¿Qué no se debía asesinar a los Wen? – preguntó solo como si necesitase escuchar las palabras dichas con más claridad.

- Yo creo – dijo firmemente – que el cultivo existe para defender a los inocentes y no para avalar crimines de venganza por asociación. – una vez que terminó su frase se percató de alguien acercándose, había estado tan divertida estudiando los gestos de Lan XiChen y prestándole atención a que las túnica Jin estuvieran lejanas que no consideró a un alto hombre acercándose.

- Hay una razón por la que las mujeres no opinan en este tipo de asuntos – Nie MingJue se sentó frente a Lan XiChen, importándole poco que su cuerpo quedara hacia el pasillo. Mei Fen lo miró con diversión mientras él se servía del licor que había en su mesa. "Atrevido" quiso decirle mientras acomodaba el peso de su mentón en su mano. – son demasiado románticas. Ya vio usted el final de la señorita Jiang, Madam Jin – se corrigió al final.

- ¿Románticas, eh? – ante esto Lan XiChen solo pudo sonreírle a la mujer, aunque sus ojos tenían una clara advertencia de que cuidara sus palabras en presencia del otro hombre. Ella agradeció la innecesaria preocupación. – Pues dígame... Líder de secta Nie, ¿verdad? – ante la duda en su llamado él la miró incómodo y Mei Fen quiso ahogarse en sus propias carcajadas ante lo que pareció un ataque directo a su orgullo. – Si usted se enfrenta directamente a un peligro en el que no podría defenderse, pero su hermano está en la mitad de la batalla y sabe que es el único que puede detenerlo de arriesgar su vida y la de otros, ¿Entraría en dicha batalla? – Nie Mingjue entrecerró los ojos en su dirección y antes de que pudiese pensar en palabras inteligentes Mei Fen ya había chocado su cuenco con el suyo para un improvisado brindis – por el romanticismo entonces. – le dijo antes de beberse todo el alcohol en él.

- ¿Quién eres? – le escupió directamente Nie MingJue perdiendo toda cordialidad. Lan XiChen iba a decirle algo pero solo suspiró cansado cuando pareció pensarlo mejor, Mei Fen sabía que le pobre hombre solo quería irse rápidamente de allí.

- Solo una cultivadora errante que quería preguntarle al líder de secta Lan sobre el estado de su hermano, después de todo hay pocos hombres en este mundo como HanGuangJun, que actúan realmente de acuerdo a valores honorables. – aquellas palabras cayeron como un cubo de agua fría frente a los dos hombres.

- ¡¿Qué es lo que intentas decir?! – Mei Fen miró a Nie MingJue alzar la voz y casi arrojarse frente a ella pero fue inmediatamente sostenido por Lan XiChen quien lo dirigió hacia su asiento con solo un leve empujón en sus ropas.

- No te enfa...

- ¿Por qué el líder de secta Nie está tan enfadado? – ella interrumpió - ¿A caso mis palabras lo identificaron de alguna manera? – el tono inocente en Mei Fen hizo realmente dudar a los dos hombres, aunque solo segundos atrás ambos hubieran podido asegurar que había una indirecta en sus palabras.

- Como sea, solo eres una cultivadora errante con una boca muy grande – le soltó Nie MingJue sin consideración alguna – vete antes de que me hagas perder la paciencia. – ella pensó en contestar, pero definitivamente eso la expondría, por lo que solo suspiró con una despreocupada resignación pero se aseguró de acomodar el resto de sus noumicis en el platillo de Lan XiChen. Se puso de pie y haciendo una reverencia respetuosa pero desganada, se alejó de ellos aunque continuó prestándoles atención mientras caminaba lentamente. - ¡¿Por qué estabas con ella?! - le gritó en tono protector a Lan XiChen - ¿Por qué tienes que escuchar las palabras de cualquiera que se siente junto a ti? ¿Qué fue lo que te dijo?

- Estoy bien, ella solo me recordó que mi hermano es un cultivador respetado con justa razón. – ante esta elección de palabras Nie MingJue lo miró dudoso.




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Mei Fen ya estaba aburrida del festejo, caminaba hacia la salida cuando se encontró con los miembros de la secta Nie y el mismo líder jugando al pulso, midiendo sus fuerzas como si fuese la más lujuriosa de las entretenciones.

- Aguantas como mujer. – dijo con voz fuerte el líder de secta.

Al oír esto, Mei Fen se volteó a fulminarlo con la mirada, Nie MingJue la miró victorioso dejando claro que su intención había sido dedicarle sus palabras a ella.

"¿Quién se cree que es este pedazo de músculo?"

Se arremangó la manga de la túnica hasta el codo y pasó sin absolutamente nada de elegancia por sobre los hombres sentados alrededor de Nie MingJue, le dio un leve empujón al perdedor que estaba en la mesa y puso su codo y puño frente al líder de secta que parecía doblarle la altura.

- Aquí grandulón. – apuntó a su mano con el mentón. Nie MingJue la miró con clara incertidumbre frente a lo que hacía, pero luego bufó con diversión.

- Las mujeres deberían saber sus limitaciones. – todos los hombres alrededor de ella se rieron ante el simple hecho ridículo de que una mujer que le llegaba a los codos a Nie MingJue se atreviera a retarlo a pulso.

- Enséñame entonces.

Las palabras provocativas encendieron un montón de bullicios a su alrededor. Si Mei Fen esperaba no ser el centro de atención en la fiesta, ya había fracasado.

- Aunque sé lo que parezco, no soy tan descortés con una dama.

- Entonces no me trates como una dama – susurró en un tono provocativo, aumentando aún más los susurros y limitando la paciencia de Nie MingJue, el hombre realmente se estaba enojando por la forma en que Mei Fen le hablaba con total propiedad. – hasta que gane por supuesto, entonces no olvides que fue una dama quien te humilló.

- No quiero romper los huesos de una mujer. – esta vez estaba siendo serio mientras la miraba, no había burla en su tono, le estaba dando la oportunidad de retirarse antes de que su broma fuera demasiado lejos.

- ¿Pero no te importa romper mi corazón? – ella continuó – hablas demasiado para alguien que actúa tan poco.

- Tú eres la que no sabe callarse – con estas palabras Nie MingJue realmente acomodó el codo sobre la mesa y le dio la mano. La mano de Mei Fen cubría menos de la mitad de su palma siendo escurridiza pero débil a la vista.

Mei Fen tenía mucha menos estatura que BaoShan SanRen, incluso frente al quinceañero Wei WuXian solo sobrepasaba levemente su hombro por lo que ahora mirando a Nie MingJue fácilmente podía sentirse frente a un gigante, pero desde luego no era el caso, Mei Fen moriría cien veces antes de temer a un hombre por su físico.

Los discípulos de la secta Nie se miraron entre ellos con cierto rechazo ante la pequeña figura de Mei Fen, algunos se atrevieron a ser más directos llamándola en voz alta "atrevida" y "ridícula", por supuesto ella estaba concentrada en la mirada enfadada del gran hombre frente a ella que asintió para indicarle que comenzaba el juego.

Al comienzo Nie MingJue pareció querer darle la ventaja ejerciendo poca fuerza y permitiéndole a ella tomar la iniciativa, sin embargo la mano de Mei Fen se mantuvo firme y quieta en su lugar, fue entonces que él quiso darle un pequeño movimiento para invitarla a jugar pero para su sorpresa no logro mover ni un solo milímetro de la mano de la pequeña chica. Sus cejas se fruncieron y el grupo de discípulos alrededor comenzó a rodear el lugar, fue solo luego de un bullicio considerable que Mei Fen cayó en el peligro de su actitud.

Permitió que la mano de Nie MingJue empujara la suya hasta casi topar la mesa con el dorso y casi perder en el acto, pero no pudo contenerse de darle una pequeña lección y con una juguetona sonrisa movió la mano de Nie MingJue hasta el otro extremo de la mesa, haciendo que saboreara la pérdida del juego. Los hombres que los rodeaban hubieran podido creer que el líder de secta le estaba permitiendo jugar, si no hubiera sido porque sus músculos estaban mostrándose de manera evidente en su brazo y cuello, su ceño fruncido estaba bruscamente desfigurando su rostro en una filosa y aguda mueca.

- ¿Quién eres? – preguntó Nie MingJue en medio de su esfuerzo por mantener su mano sin tocar la mesa, fue entonces que Mei Fen soltó su agarre y por un acto de fuerza desmedida, Nie MingJue azotó la mano de la mujer con la mesa, haciéndola perder en el acto.

Ante el repentino movimiento el silencio se cernió en el salón.

Mei Fen no dejaba de sonreír y Nie MingJue no parecía contento con haber ganado el juego de esa manera.

- Solo soy una cultivadora errante. – le contestó ella con falsa sinceridad en la voz. Iba a continuar gastando palabras para lastimar un poco su orgullo pero entonces sus sentidos la alarmaron de una extraña fuerza cultivadora que parecía elevarse hasta puntos desaforados y descontrolados. Nie MingJue se llevó la mano a la boca del estómago y se agachó un poco.

- ¿Líder de secta se encuentra bien? – preguntó un hombre que se acercó, sin embargo Nie MingJue le dio un empujón a su brazo cuando este intentó ayudarlo a componerse. Mei Fen lo estudió y estiró su mano hasta plantar la palma de ella en el abdomen de Nie MingJue. Los gritos alarmados de los hombres a su alrededor llenaron sus oídos. El líder de secta Nie le dedicó una mirada asesina.

- Oh... wowow no me mires así – ella dio un suave golpecito a lo que era un vibrante y desordenado núcleo dorado, plantando en su golpe una avalancha de energía para ordenar con su propio poder espiritual el desorden del núcleo en Nie MingJue. - ¿Utilizas un sable, no? – susurró en un tono suave, solo Nie MingJue la escuchó.

- ¿Ya le han dicho que se comporta de manera muy inapropiada? – preguntó Nie MingJue agitado mientras aún parecía mareado.

- La energía yin en tu núcleo está superando tu espiritualidad, te sugiero cuidar tu paciencia o sufrirás una desviación de qí.

- ¿Puedes decir esas palabras mientras continúas provocándome? – ante el sudor que recorría su frente Mei Fen sintió una extraña sensación de enternecimiento. Probablemente nadie se había enternecido de Nie MingJue antes por lo que se sintió descolocado ante la mirada suave de Mei Fen, sin embargo esto fue solo un segundo antes de que ella continuara hablando.

- ¿Soy yo la que se comporta de manera inapropiada? ¿No está el líder de secta Nie diciéndome frente a todos estos hombres que mi actitud provoca "algo" en él? – la sugerencia en su voz hizo que el mismo líder de secta abriera la boca ante el descaro.

- ¿Cómo te atreves a sugerir que yo...? Que yo...

- Aish, realmente no sabes nada de coquetear para ser un hombre grande y fuerte. – el rostro del hombre comenzó a pintarse de rojo y no precisamente por la vergüenza y humillación – ¡Está bien, está bien! No te enfades, solo estaba bromeando.

- ¡Sal de aquí! ¡Fuera! – gritó a todo pulmón, Mei Fen se puso de pie de inmediato, tomó su espada y ofreciendo una reverencia rápida salió a trotes del lugar, dejando el eco de su risa en el salón. 







Por la madrugada descendió de su espada en la Ciudad de Piedra BaoShan y entró en la montaña esperando un castigo, una reprimenda personal por parte de su maestra o algo similar, sabía que era imposible que hubiera podido pasearse por las sectas sin que BaoShan SanRen se hubiera enterado. Ni siquiera necesitaba a Shaymin para que ella supiera de todo lo que había sucedido, al menos en Torre Koi. Lo que Mei Fen no esperaba era que cuando abriera la puerta del salón, se encontrara con todo el consejo de ancianos esperándola.




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Al amanecer, cuando Mei Fen entró desganada en la cocina, se encontró a Shaymin comiendo manzanas sentado sobre la mesa.

- ¡Ey! – gritó el niño en cuanto la vio - ¿Qué pasó? Llegué y todos hablaban de que fuiste llamada por los ancianos.

- Me castigaron – suspiró mientras se dejaba caer en la silla – dos décadas sin abandonar la Ciudad de Piedra otra vez. – enterró el rostro entre sus brazos.

- ¿Qué? ¿Por qué?

- Acto político imprudente – simuló un sollozo – ¡Y pensar que hace tan solo un par de semanas había acabado con el mismo castigo!

- ¿Eh? ¿Es por eso que no salías? – ella asintió y volvió a enterrar el rostro entre los brazos. – yo pensaba que solo eras tú siendo una solterona amargada... ¿Pero qué fue lo que hiciste? No es como si hubieras ido a desafiar algún líder de secta, ¿o te vio alguien en los túmulos funerarios?

- Sí y no – respondió sin levantar el rostro.

- Oh. – Shaymin lanzó las semillas de la manzana a un tarro de basura y tocó el cabello de Mei Fen con los dedos pegajosos, en un consuelo travieso. Mei Fen odiaba que la tocara con sus dedos pegajosos. – tranquila, sé lo mucho que te molesto enterarte sobre lo que pasó con el hijo de CangSe, pero... sé que puedes hacer mientras recibes tu castigo.

- ¿Qué? – el tono continuaba siendo desanimado.

- ¡Cuidar de un bebe! – ella levanto el rostro para mirarlo con incredulidad, a Mei Fen no le agradaba precisamente la idea de desarrollar su lado materno. – vamos, ayúdame a criar a un niño, yo solo no puedo hacerlo, en algún momento crecerá más que yo. 

- ¿De qué bebe hablas?

- De uno que nacerá en seis meses y medio. - cantó.

- ¿Del vientre de quién?

- Eso importa poco, la mujer piensa abandonarlo cuando nazca de todas formas.

- ¿Y tú por qué sabrías eso? – Mei Fen lo miró con sospecha – Shaymin – acusó- ¿Acaso forzaste un alma a reencarnar? – el niño tomó otra manzana de la frutera en la mesa y le dio una mordida con gesto inocente. Ella suspiró y se froto la sien. – algún día aparecerá una que se resista.

- Qué curioso que digas eso – dijo Shaymin mientras aleteaba con los brazos – este fue justamente el caso.

- ¡Entonces debiste dejarla sanar a su tiempo!

- No podía, Shaymin siempre cumple su palabra. - dictó con una mano en el corazón y la otra en alto mientras sostenía la manzana.

- ¿Y qué dificultades tuviste? - Mei Fen le arrebató la manzana y comió del lado que no había sido masticado.

- Bueno... creo que conservó algunas cicatrices tanto emocionales como físicas. Las emocionales no son el problema... - susurró lo último en voz baja.

- Debería serlo si el no quería reencarnar.

- Pero no lo son, una vida en la paz de la montaña puede ser suficiente para contemplar las cosas desde otro ángulo. En cambio las físicas.... Me temo que serán un poco más difíciles de superar. En fin, ya pensaré en algo.

- ¿Y quién es? ¿Cómo se llama? – Shaymin le dio una gran sonrisa y levantó los brazos en expresión de máxima dicha. Mei Fen se atraganto incluso antes de escuchar su respuesta.

- ¡Wei Ying!